domingo, 30 de diciembre de 2012

Música: pídemelo otra vez

Quiero aprovechar estas fechas para regalaros buena música, obviamente relacionada con la temática de este blog. Villancicos no pueden ser, lo siento. Como he visto que no andáis muy puestos en rock, me he dicho que habrá que sacar una de las mejores canciones que tenía en reserva. Es fin de año y la ocasión lo merece.

Así que os traigo una de las melodías más conocidas de uno de los más grandes, míticos y mejores grupos del rock español: los legendarios Barricada. Para hacerme feliz sólo hacen falta tres cosas: buena música, mujeres bonitas y bajos impuestos. Con eso ya estoy contento, son mis obsesiones en la vida.

“Pídemelo otra vez” hace referencia a la prostitución de calle (o al menos así la interpreto yo, en mi enfermiza mente) y a la soledad y tristeza que supone en muchas ocasiones buscar clientes en las calles vacías. Ciertamente una de las principales quejas de las chicas es la falta de clientela: a diferencia de las historias abolicionistas que cuentan cómo las chicas acaban con el coño como un bebedero de patos tras pasarse por la piedra a 30 o 40 tipos en un día, en realidad las hacen falta clientes. Es muy jodido pasarse dos y tres horas seguidas sin hacerse una sola “cama” o “pase” mientras aguantas el frío, la lluvia y el viento. De eso obviamente las feministas no van a hablar, unas porque desconocen la realidad y otras porque son totalmente insensibles a los problemas de las chicas.

He tratado de encontrar algún vídeo de esta canción de cuando todavía estaba “El Drogas”, histórico componente de Barricada. No ha podido ser pero aún así estoy seguro de que la disfrutaréis. Os dejo con dos directos, el primero en un FNAC de Bilbao y el segundo corresponde a un concierto en Ansoáin hace tres meses. Que tengáis un feliz año.




PÍDEMELO OTRA VEZ - BARRICADA

Óyeme, no llores más, cúbrete la cara.
Mírame, todo va bien, dame una palabra.

Solitaria, en un portal,
diste tu cuerpo a un príncipe vulgar.

¿Dónde están esos ojos
los días de lluvia?

¿Dónde vas vendiendo tu amor
por calles vacías?


Es tan fácil recordar buscando algo
a cambio de una sombra.

Llegará la madrugada,
pídemelo (otra vez)… pídemelo otra vez.
Llegará la madrugada,
pídemelo (otra vez)… pídemelo otra vez.

¿Dónde están esos ojos
los días de lluvia?

¿Dónde vas vendiendo tu amor
por calles vacías?

Llegará la madrugada,
pídemelo (otra vez)… pídemelo otra vez.
Llegará la madrugada,
pídemelo (otra vez)… pídemelo otra vez.



BONUS TRACK: Ésta es una noche de Rock & Roll. Otro de los grandes y más famosos éxitos de esta banda, en directo. Más abajo está la excepcional versión de Lujuria (grupo de la anterior entrada de música, con la canción "Cae la máscara").

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Clientes y trata

¿Tú crees que para un cliente es distinto la trata que la prostitución, que él va donde hay mujeres prostituidas y les pregunta, antes de sacar la billetera, les dice: oye, dime, tú que eres, de la trata o de las del libre consentimiento? ¿Tú crees que eso lo pregunta algún cliente, entre comillas? Entonces ya ahí no es distinta la trata de la prostitución. Para el cliente, entre comillas, no lo es.

Ana de Miguel, filósofa feminista



Hay dos aspectos de la prostitución que resultan muy llamativos para los abolicionistas, el del cliente y el de la trata de mujeres. En numerosas ocasiones he abordado ambos temas, tanto de manera separada como relacionándolos. Pero lo que quiero hacer hoy es abrir el debate entre los clientes, ya que me siguen varios de ellos, sobre la incidencia de la trata y existencia de mujeres forzadas a prostituirse (“prostituidas”). Por supuesto pueden participar y plantearnos cualquier cuestión todas aquellas personas que lo deseen.

Desde el abolicionismo se nos acusa de no interesarnos, de “hacernos los sordos” ante la “realidad de la explotación sexual”. El hecho de que los clientes consideremos que las prostitutas ejercen esta actividad libremente estaría causado bien por nuestra desidia y falta de interés en conocer la situación de estas personas, bien por el deseo de curarnos en conciencia. Estas mujeres evidentemente serían víctimas de sus proxenetas y si no manifiestan la realidad que padecen es por el terror que tienen a estas mafias. Así me lo decía hace unos meses un lector/a anónimo:

Me da la impresión de que crees que por el hecho de ser cliente y haber tratado con prostitutas conoces su verdadera situación. No entro a valorar el tema de la prostitución voluntaria porque me extendería bastante, sino de la trata de personas. Creo que te pones una venda porque no quieres ser cómplice de ello, porque no quieres pagar los servicios de una prostituta sabiendo que estás contribuyendo a la trata de personas, contribuyendo a que esa persona sea una esclava a la que solo se la valore su cuerpo y no su vida, y contribuyendo también a que esa mujer tenga un dueño, que como bien sabes es el proxeneta. Puede ser que algunos clientes sean tan ignorantes como para no darse cuenta de que la mujer con la que se están acostando puede ser una victima pero otros muchos lo saben e ignoran el problema y, por tanto, contribuyen a que el problema no solo no se erradique sino que aumente. Por último, me gustaría hacerte una pregunta, ¿esperas que una prostituta reconozca que está en ese lugar por obligación para así comenzar a verlo como un problema de explotación? Bien, sigue con tu venda entonces porque estas mujeres raramente reconocen el problema que tienen, ni a clientes, ni a profesionales, ni a la policia. No lo dirán porque tienen miedo (a lo que pueda pasarles a ellas y a la familia que han dejado en su lugar de origen, entre otras cosas) y porque su único propósito es pagar la deuda que el proxeneta les ha puesto. Que no lo cuenten no quiere decir que el problema no exista y que, como ya he dicho, el cliente forme parte de ello.

La figura del cliente de prostitutas -ya muy denostada por relacionarse con la falta de virilidad, de habilidades sociales o de respeto hacia la mujer- queda aún más desprestigiada al hacerle responsable de la trata de mujeres y la explotación sexual. De acuerdo al imaginario social ampliamente extendido, nuestro interés en las prostitutas se circunscribiría únicamente al plano sexual: escogemos a la mujer más exuberante, la pagamos, la follamos y no cruzamos casi ninguna palabra con ella. Sin embargo los relatos de los clientes muestran que semejante prejuicio dista mucho de ser verídico, ya que no sólo hablamos con las chicas y nos interesamos por ellas sino que incluso llegamos a establecer relaciones de confianza y amistad gracias a las cuales vamos conociendo cómo viven el trabajo sexual, los problemas que enfrentan y hasta la naturaleza de las autenticas mafias que las extorsionan.



Bien, como sabe todo aquel que venga siguiendo este blog nunca he sido insensible al problema de la trata. De hecho, cuando todavía desconocía el mundo de la prostitución y apenas era un cliente ocasional, era un asunto que me preocupaba profundamente. En todo momento albergaba la sospecha de que las mujeres en situación de prostitución tenían detrás un proxeneta, puesto que por una parte eso era lo que oía de continuo en los medios de comunicación y por otra me dictaba mi sentido común (lleno de prejuicios y moralina): ¿Cómo iban a llegar tantas mujeres jóvenes, bonitas y extranjeras (algunas incluso sin conocer el idioma) a los pisos y clubes de nuestras ciudades? La existencia de la trata de mujeres con fines de explotación sexual me resultaba una verdad tan evidente e incuestionable como, por citar otros dogmas a los que se han referido en la anterior entrada, el cambio climático o el SIDA. Quien negase la existencia de estos fenómenos no es que estuviese equivocado, es que era un loco peligroso con perversos intereses contrarios al bienestar general. ¿Qué podía ser más importante que la libertad de las mujeres, el medio ambiente o la salud pública? Ni se me pasaba por la imaginación que un grupo de listillos pudiesen estar haciendo caja a costa de la ingenuidad y buenas intenciones de la gente.

¿Cómo fui cambiando mi postura y cuestionando las creencias que en un principio mantenía? Estando con prostitutas. Y más que preguntarlas lo que hice fue ESCUCHARLAS. Ya sabemos que el método de las preguntas directas y cerradas no resulta de ninguna utilidad, por lo general lo emplean ciertos periodistas para reafirmar sus prejuicios ya que invariablemente las chicas las responden que no hay chulo, que trabajan por libre y que dejen de molestarlas que quieren trabajar. La conclusión que sacan los reporteros es que no solo están obligadas, sino que no pueden reconocerlo por mor a las represalias. No hay escapatoria: tanto si dicen que sí, que no o no contestan han de trabajar para un chulo. Esa era una vía cerrada que no conducía a ninguna parte.

En cambio lo que hice fue, de manera natural al pasar mucho tiempo con ellas, ganarme su confianza. Me ayudó mucho el convivir con ellas fuera del trabajo, aspecto que usualmente olvidan los abolicionistas. Las tuve de vecinas, de amigas y de novias. Y leñe, no veía por ninguna parte ni chulos ni mujeres forzadas. ¿Es que era muy poco observador? ¿Acaso sabían ocultarse tan bien? ¿O es que no eran ciertas las historias que venía escuchando desde pequeñito? Porque os aseguro que de haber encontrado alguna mujer en situación de esclavitud sexual lo habría contado, en este blog no pretendo defender ninguna visión predeterminada de la prostitución sino simplemente mostrarla tal y como yo la he conocido.

Las abolicionistas, como Ana de Miguel, aseveran que la mayor parte de las mujeres prostituidas son víctimas de la trata y que los clientes no deseamos informarnos de las redes mafiosas que puede haber tras ellas. Por suerte o desgracia, conozco mejor estas mafias de lo que desearía. Y probablemente Ana también pero no quiera perder las subvenciones.



Durante un época no podía explicarme cómo podía existir esa falta de concordancia entre lo que veía con mis propios ojos y la imagen que tenía anteriormente de la prostitución. Me resultaba indignante que se dijese lo que no era, especialmente porque esa visión falseada del trabajo sexual la sostenían personas que aseguraban tratar con prostitutas e incluso trabajar a su favor. ¡Pero si veía que en realidad las estaban perjudicando! ¡Cómo iba eso a ser posible! ¿Y qué me dicen de las autoridades públicas? ¿Es que acaso no se daban cuenta de que les estaban engañando para agarrar subvenciones?

Claro que todavía no había indagado lo suficiente como para responder a todas las preguntas que tenía, únicamente tenía claro que nuestras autoridades desconocían la realidad de la prostitución (lo que luego se mostraría erróneo... nuestra clase política no es tonta, más bien se pasa de lista) y así malamente podrían solucionar nada. Pero estaba muy equivocado. O más que equivocado, resultaba que aun ignoraba aspectos fundamentales que harían que todo cobrase sentido. Como he contado, la clave para conocer la situación real de la prostitución fue crear lazos de amistad con las chicas. Después todo vino dado, no tuve que buscar las cosas porque vinieron a mí. El pasar noches enteras con ellas me hizo ser testigo de multitud de acontecimientos, el ganarme su confianza que me desvelasen sus historias, preocupaciones y secretos. Entonces me contaron lo que siempre había estado buscando, la confesión que cualquier reportero sensacionalista desearía obtener. Que efectivamente había chulos, mafias y ellas no se quedaban con todo el dinero que ganaban. El corazón me dio un vuelco.

¿Cómo era posible que estuviese ante mis narices y no lo hubiese visto? ¿Y si a mí me lo decían, por qué no a la policía para librarse de tan salvaje opresión? ¿Necesitaban guardar el secreto porque estaban amenazadas?

Se nos asegura que las prostitutas viven coaccionadas por unas terribles organizaciones criminales que pueden hacer con ellas lo que quieran, llegando al punto de disponer de sus vidas. A pesar del férreo control que ejercerían sobre estas mujeres, la mayoría de la población no sería consciente de su existencia. Muy a mi pesar he de reconocer la autenticidad de esta afirmación.



Si con anterioridad se me habían caído los esquemas, la nueva noticia constituyó un auténtico mazazo. En el plazo de varios meses varias de las chicas me fueron contando, por su propia iniciativa, cómo tenían que pagar para que las dejasen trabajar. Podían hacerlo a través de la chula, con quien se repartían las ganancias al 50%, o directamente a los policías en cuyo caso el pago consistía en una cantidad fija semanal o diaria. A lo largo de los años sus historias cobrarían cada vez mayor consistencia al ser sostenidas por mujeres de diversas procedencias, que no se conocían entre sí y relataban exactamente las mismas situaciones. Incluso un par de veces llegué a presenciar en persona las extorsiones, la primera a una chica joven a la que dos policías de paisano la pararon cuando iba conmigo porque esa semana no les había pagado y la segunda a una señora algo más mayor que pagó 400 euros en mi propia cara a una pareja de “secretas” (uno de ellos mujer) a plena luz del día. Después me dijo, bromeando, que todas las chicas les tenían que “dar los papeles”. Pues vaya, ese término cobra un nuevo e inquietante significado…

No estaba preparado para semejante revelación pues a nadie le escuché nada parecido anteriormente. Para empezar, a las chicas no las obligaban a prostituirse sino que tenían que pagar para poder hacerlo. Además las mafias no estarían controlando a las chicas sino las zonas de prostitución y obligarían a las chicas a ceñirse a un horario, a pagar una tasa, a someterse a controles médicos y en varios casos a vivir en determinadas pensiones donde tenerlas controladas. Pero es que el remate final estaba en el hecho de que fuesen los propios agentes de la autoridad quienes estuviesen detrás de todo, y además no de una manera puntual sino que se tratase de un dominio ejercido de manera sistemática. Coooño. Ahora las cosas cobraban sentido. El por qué de la existencia de una versión oficial falaz impulsada desde las instituciones, la razón de que las asociaciones abolicionistas recibiesen tan cuantiosas ayudas e incluso en muy notables casos estuviesen directamente impulsadas por la administración (caso de la Federación de Mujeres Progresistas) y, sobre todo, el status de alegalidad del trabajo sexual en nuestro país que permite que las autoridades cometan todo tipo de arbitrariedades, coacciones y excesos contra quienes deciden ejercer el trabajo sexual.

Ésta es la experiencia de los "puteros" con la trata. No es sólo una mentira, es una mentira interesada y peligrosa construida con el propósito de mantener sin derechos a las prostitutas y encubrir a los auténticos mafiosos. Como probablemente lo que les acabo de relatar les resulte tan impactante como a mí en un su día, quiero acabar añadiendo el relato de otro cliente. Es un tal “Mandeville” quien, respondiendo a un artículo de esos que relatan una serie infinita de horrores y miserias que acompañan a la prostitución, viene a decir lo mismo que yo. Su caso es el de un hombre que pasó de ser cliente a marido de una prostituta -situación nada infrecuente, por cierto- y para quien las historias abolicionistas son películas sin la menor credibilidad. Ni él ni su mujer jamás vieron “trata”, en cambio son conocedores de las extorsiones policiales (a las que muy acertadamente califica como el mayor problema de las prostitutas, también las chicas que conozco me indican que es con lo que están más descontentas) y el claro interés de las asociaciones feministas en chupar del bote mientras proclaman ayudar a las prostitutas y se alían con los verdaderos proxenetas.

Probablemente no les guste lo que los clientes contamos, pero es lo que vemos y lo que nos dicen las chicas. Que en definitiva es lo que hay.



Mandeville, 19 de Octubre de 2010

Conozco el mundo de la prostitución. He sido usuario y mi mujer, con la que tengo dos hijos, es ex-prostituta. Conocí a mi mujer, baiana, (así se conoce en Brasil a las naturales de Salvador de Bahía) como prostituta en un club de Navarra. Fui cliente suyo, entablé una amistad y finalmente me enamoré de ella. Le pedí que dejara su trabajo y viniera a vivir conmigo y con mi madre. Soy agricultor con una explotación de regadío y viveros en un pueblo de Navarra y tenía entonces 42 años. Mi mujer tenía entonces 28. De esto hace ya 8 años.

Ella dudó al principio. Tenía una hija en Brasil (no reconocida por su padre y a la que yo he adoptado) y quería ganar dinero para hacerse una casa en Brasil. Finalmente aceptó y al cabo de 4 meses de convivencia decidimos casarnos. Luego trajimos a nuestra hija, a los dos años nació nuestro hijo y decidí darle mis apellidos a la niña.

A lo que iba. Mi mujer y todas las chicas que ha conocido durante su época de prostituta emigraron a España para trabajar en la prostitución. La mayoría vinieron por su cuenta, si bien otras ya tenían contactos en España. Casi todas, para pagarse el pasaje (ida y vuelta que se pierde) y el dinero para sus gastos durante su estancia en España (si no hay pasaje de vuelta y dinero no les dejan entrar en España, han tenido que pedir prestado (a un prestamista particular, a sus padres o a otros familiares) y claro, deben devolver ese dinero, pero nadie les obliga a hacerlo. Es igual que aquí cuando te prestan, que tienes que devolver y también igual que todos los inmigrantes, vengan a la prostitución o a otra actividad, que tiene que pedir para el viaje y luego devolverlo. El mayor problema de estas chicas es en muchos caso la propia policía que las acosa y en algunos casos incluso las extorsiona. A mi mujer no le ha pasado, pero hay chicas que se han echado de novios o amigos a policías y guardiaciviles pensando que así estarían más seguras en España y resulta que estos las "chulean" y les quitan el dinero, y de ayudarles con papeles nada.

La mayoría de las chicas, como en el caso de mi mujer, son humildes y con algún hijo o familiar que mantener y saben que en otros trabajos -si es que los encuentran- ganarían mucho menos. Que los clientes las obligan a hacer cosas raras no es cierto. Las chicas ofrecen sus servicios, de un tipo u otro. Mi mujer, por ejemplo, no besaba ni hacia el griego (penetración anal) y eso ya lo sabíamos sus clientes. No nos besamos hasta que tuvimos cierta amistad y la penetración anal no hemos hecho nunca, ni ahora de casados, sé que no le gusta y a mi tampoco, soy bastante tradicional y pienso que el culo es para cagar. En fin, ahora mi mujer trabaja conmigo ayudándome en mi explotación y está muy integrada en el pueblo. Mi madre y mis hermanas la quieren mucho. Nadie sabe su vida anterior o al menos nadie nos lo dice a la cara, pero aunque así fuera a mí no me importa. Era humilde y decidió salir de la pobreza por ese medio y no creo que nadie pueda reprochárselo ni reprochar a ninguna mujer por intentar dejar de ser pobre. Nos hemos casado y nos ha salido bien, formamos una familia y espero que así sigamos, pero si no hubiera sido así, estoy seguro que mi mujer hubiera conseguido, de prostituta, su casa y su negocio en Brasil y habría salido de la miseria a la que en otro caso estaba condenada. Es lista, cariñosa, buena y honrada. Mucho más honrada que todas esas ONGS, que solo quieren sacar subvenciones a costa de las chicas y que no hacen otra cosa que un proxenetismo indirecto (se forran a subvenciones a costa de las chicas). La crisis que tenemos es muy mala, pero algo bueno puede salir de ella y es que se acaben las subvenciones para las ONGS de todo tipo. El que quiera ayudar a las prostitutas o a cualesquiera otras personas puede y debe hacerlo, pero con su dinero, no con el de todos.

domingo, 16 de diciembre de 2012

International day to end violence against sex workers

“People in the sex industry deserve the same protection of the law as everyone else. We will only have this when prostitution is decriminalised”.
"Quienes están en la industria del sexo merecen la misma protección legal que las demás personas. Únicamente lo conseguiremos cuando la prostitución deje de ser criminalizada".

Catherine Stephens, IUSW activist 
(International Union of Sex Workers - Sindicato Internacional de Trabajadores Sexuales)



Una de las fechas más importantes que celebran los trabajadores sexuales organizados y sus aliados (como un servidor), es el Día Internacional para acabar con la violencia contra los trabajadores sexuales. Y es que, contrariamente a lo que suele creerse, lo peor de trabajar en la prostitución no acostarse con muchas personas, ni no tener un sueldo fijo y cobrar 100% a comisión o no cotizar a la seguridad social (realmente esto es una bendición). No, lo que realmente perjudica a estas personas es aquello de lo que menos se habla, la VIOLENCIA y discriminaciones que padecen por dedicarse a esta actividad.

En esta efeméride se trata de concienciar a la sociedad de la violencia cometida contra los trabajadores sexuales. Quienes ejercen la prostitución aún son vistos como una especie de "parias" no merecedores del mismo respeto que el resto de personas, cualquier acto de violencia en su contra no se halla tan mal considerado como si se perpetrase contra una persona "decente".



Eso es algo que no va intrínsecamente ligado al hecho en sí de prostituirse, que no es más que intercambiar servicios (de naturaleza sexual) por dinero. Sin embargo, nuestra sociedad ha criminalizado este acto hasta el punto de que se considera que tanto las prostitutas como muchas personas de su entorno (clientes, familiares, trabajadores no sexuales en locales de prostitución...) somos auténticos delincuentes. Y claro, entonces se hallan justificados y hasta legitimados los abusos que se cometen contra nosotros. Desde los informales por parte de ciertos viandantes como insultos, hasta los más organizados como las extorsiones realizadas por algunos agentes policiales.

Hemos de denunciar y denunciamos que el moralismo hipócrita que condena un acto QUE NO PERJUDICA A NADIE (lo que los ingleses llaman un "victimless crime", crimen sin víctimas) respalda la estigmatización social que pesa sobre los trabajadores sexuales y que alienta todo tipo de actos violentos cometidos en su contra. Discriminar a una persona por ejercer una determinada actividad laboral es tan reprobable como rechazarla por la religión que profese, el color de su piel o su orientación sexual. Al igual que vamos superando atávicos prejuicios contra diferentes grupos sociales (judíos, negros, homosexuales, etc) es preciso que avancemos otro paso más y aceptemos como iguales a quienes realizan un trabajo tan digno y necesario como cualquier otro.

Gráfico que muestra el número de actos de violencia cometidos contra las trabajadoras sexuales en Bengala Occidental (India). En cabeza se encuentra la policía, seguida por los vándalos locales, sus parejas, madams y propietarios. En comparación, los abusos perpetrados por clientes y "chulos" representan apenas una minúscula fracción del total.



La falta de reconocimiento del trabajo sexual conlleva numerosos abusos. Por ejemplo, las prostitutas no pueden justificar de dónde obtienen sus ingresos y por consiguiente la policía se los puede incautar. Tampoco pueden servirse de esta actividad para regularizar su situación laboral y conseguir los papeles, encontrándose por tanto en situación administrativa irregular lo que las pone en mano de funcionarios públicos faltos de escrúpulos que se aprovechan de ello. Asimismo tampoco van a poder obtener un crédito o una vivienda en alquiler si se les exige presentar una nómina. En muchos casos se ven obligadas a vivir en pensiones controladas por la policía por las que han de pagar elevados alquileres.

Pero es que además, en los últimos años se han multiplicado los reglamentos que sancionan directamente a aquellas prostitutas que captan a su clientela en la calle. Eso precariza aún más su situación pues se ven abocadas a llegar a acuerdos con la policía para que las permita trabajar, disminuyendo sus ya menguados ingresos. Por supuesto como ahora infringen una disposición legal no van a encontrar amparo alguno en la administración pública (ya totalmente desprestigiada ante sus ojos). Y la opinión social va a considerarlas cada vez más unas pseudo-delincuentes, que están perseguidas legalmente y a quienes se puede -como se dice vulgarmente- "dar caña". Habrá cada vez más niñatos que las falten al respeto, vecinos que las arrojen desperdicios desde sus balcones o comerciantes que las prohíban entrar en sus locales. Ahora no serán unos intolerantes sino personas respetables que no quieren ver mugre en su calle.

En España el principal enemigo de las prostitutas son las diferentes administraciones públicas, particularmente las locales. Bajo la justificación de proteger a las mujeres, combatir la trata, garantizar la convivencia e incluso aduciendo motivos de seguridad vial se han aprobado ordenanzas municipales que penalizan el ofrecimiento de servicios sexuales en la vía pública.



Las discriminaciones siempre se han alimentado de la deshumanización del contrario, por eso es tan importante que demos la cara. Para poner freno a la estigmatización tenemos que hacernos oír y, a ser posible, también ver. Mostrándonos como somos, dando la cara, es más sencillo que vayamos recabando apoyos y simpatías. Que se vea que las putas son personas como cualquiera: son madres, hermanas e hijas, son tus vecinas, tus compañeras de clase y de trabajo, no son apestadas que sólo salen de sus escondites para putear. Alto y claro hemos de exigir que se acabe la criminalización social y los abusos institucionales, que se reconozca el trabajo sexual como trabajo auténtico, que seamos aceptados como ciudadanos de pleno derecho y totalmente integrados en esta sociedad ya que no le hacemos ningún daño, y sí mucho bien, a nuestros conciudadanos.

Esto es lo que hicieron el año pasado los compañeros del Sindicato Internacional de Trabajadores Sexuales:




¡NO A LA CRIMINALIZACIÓN DE
 LOS TRABAJADORES SEXUALES!

Entradas de otros años:

- 2009: 17 de Diciembre, paremos la violencia contra las prostitutas
- 2010: Contra el terror: paremos la violencia contra las personas que se prostituyen
- 2011: Violencia contra las putas

jueves, 13 de diciembre de 2012

Música: cae la máscara

Antes de conocer el mundo de la prostitución, el argumento que consideraba definitivo contra aquellos partidarios de aceptar esta actividad como un trabajo era plantearles que alguien próximo a ellos se prostituyese. Si, tal y como aseguraban, la prostitución era "un trabajo más" entonces no habría problema en que su madre, hija o esposa lo hiciese, ¿verdad? Como obviamente entendía que nadie podría desear a sus seres queridos tan infame destino, tenía preparada la conclusión: lo que no quieras para tu familia, no se lo desees a los demás.

Jamás había llegado a formular esta cuestión a ningún cliente de prostitutas, sin embargo estaba muy seguro de lo que me respondería porque en esa época ni se me habría pasado por la imaginación cuestionar los estereotipos existentes. Para mí no se ejercía la prostitución, sino que "se era" puta. Una vez una mujer tomase ese camino ya quedaba marcada, si te prostituías era como si asesinases: quedabas manchado de por vida y aunque te arrepintieses el mal ya lo habías hecho. Del mismo modo aquel hombre que se fuese con una puta, ya fuese por una vez en la vida, también habría perdido toda su dignidad cayendo en lo más bajo: pagar por algo que no tiene precio, ser amado. Ser puta o putero era algo consustancialmente negativo y que, como todo dogma, no necesitaba explicación.

Mensajes como éste no requieren argumentación alguna porque apelan a la irracionalidad y los prejuicios. Quienes conocemos bien la prostitución consideramos que en sí misma no es una ocupación indeseable, sino que son otros factores externos como la minusvaloración social o su status de alegalidad los causantes de la mayoría de los problemas y abusos que padecen las trabajadoras del sexo.



Como personas pecadoras, debían recibir su castigo y me parecía justa (y divina) venganza contra ellos que se diese una situación como la descrita en la canción que hoy les traigo, descubrirse mutuamente. Que el padre supiese que su hija era puta y la hija que su padre era un putero de primera mano, dándose de bruces. Jiajiajia, ¡sus lo merecéis! ¡Por pecadores, impuros y lascivos!

Pues como yo, muchos otros han sido desde pequeños educados en este visceral rechazo hacia la prostitución. Por eso tanto las chicas como sus clientes nos vemos obligados a ocultar nuestra condición, sabemos perfectamente que no vamos a ser aceptados. Es más, que una vez seamos conocidos públicamente como "la puta" o "el putero" ya no vamos a tener nada que hacer: será una losa que nos acompañe de por vida. No es de extrañar entonces que nuestra reacción sea la de hacer todo lo posible para evitar el castigo social, probablemente el aspecto más nocivo de la prostitución.

¿Cómo consiguen las chicas evitar "que se sepa"? Fácil, viajando tan lejos del hogar familiar como sea posible. Suele creerse que la principal razón de que las prostitutas sean extranjeras es porque quieren salir de la pobreza y, aunque indudablemente el factor económico es clave, cuando hablas con ellas te aseguran que lo mismo que hacen aquí no podrían hacerlo en su ciudad AUNQUE LAS PAGASEN IGUAL DE BIEN. Porque no quieren problemas con la policía, los conocidos, la familia... Prefieren recorrer medio mundo para que nadie las conozca y luego volver a su país donde serán consideradas unas señoras moralmente intachables. ¿Es eso hipocresía? No, es supervivencia social. El gran problema de la prostitución es su falta de aceptación, que es por lo que estamos trabajando.

Luego resulta que este rechazo o estigma que sufren las prostitutas es la vía hacia nuevos abusos. El temor a que alguien que no debe se entere de su "vida secreta" pende sobre ellas como espada de Damocles, y suele ser usado en su contra. Por ejemplo, la policía suele amenazarlas con dar a conocer su situación a su familia (especialmente en el caso de las rumanas, prostituirse es delito en ese país y a las chicas las pueden llevar a la cárcel y quitarlas sus pertenencias). Pero incluso las chicas que son de aquí y no están chantajeadas sufren un muy mal rato teniendo que llevar una doble vida para que nadie se entere de cómo se ganan el pan.

La canción que hoy comparto con vosotros va de esta situación, como tanto a un padre como a una hija modélicos se les "cae la máscara" al verse involucrados en el negocio de la prostitución.




CAE LA MÁSCARA -  LUJURIA

Padre ejemplar y todo un gran empresario,
era un modelo para el vecindario.
Siempre de viaje por sus negocios,
en sus jornadas no existe el ocio.

Niña ejemplar, una gran estudiante,
capricho de papá, moral intachable.
Besa a sus padres, luego les suelta:
"tengo un trabajo, hoy duermo fuera".

¡Cae la máscara!
y nadie es lo que aparenta ser.
¡Cae la máscara!
el que señala, señalado es. (x4)

Llega la noche y aquel padre ejemplar,
hojea la prensa por la parte de atrás.
"Colegiala caliente busca profesor
que me dé unos azotes, no me se la lección".

Suena la puerta, sorpresa final.
Sufre un infarto, al hospital.
Con ropa sexy delante de él,
su hija le dijo "yo soy tu pastel".

¡Cae la máscara!
y nadie es lo que aparenta ser.
¡Cae la máscara!
el que señala, señalado es. (x2)

¿Más metal, cabrones? Ahí va la BONUS TRACK: Corazón de Heavy Metal




martes, 11 de diciembre de 2012

Una muestra más de discriminación

Ayer recibí uno de tantos comentarios que, pretendiendo criticarme y cuestionarme, lo que hacen en realidad es reflejar muy claramente la discriminación y los prejuicios que hemos de afrontar los "defensores de la prostitución". Como ni dispongo de mucho tiempo ni ganas (estoy con gripe) y además la función de blogger que muestra los últimos comentarios se ha estropeado, rescato su mensaje para que reflexionemos sobre lo que nos dice. Seguro que más de uno de ustedes quiere contestarle:

Kementari dijo... 
A mí me gustaría saber cuántos de los defensores de la prostitución pondríais a una prostituta a cuidar a vuestra madre con Alzheimer. Me parece fenomenal que una mujer cobre si encuentra un perdedor que es capaz de pagar por algo que los hombres normales consiguen gratis. Pero... ¿por qué sois tan hipócritas los usuarios de la prostitución? Si os llega un hijo y os dice "mira papá, es mi novia, lleva diez años de puta en la esquina de tal"; o vuestra hija os confía sus planes de futuro "papá, ya estoy yendo a un club para aprender a mamarla bien, así que a partir de este finde trabajo de puta, ¡cuánto dinero voy a ganar!". Y la puta que lleva ya muchos años de servicio puede ser perfecta para cuidar de vuestra madre, como dije al principio. ¿O eso no?



En muchas otras ocasiones ya he comentado cómo se tiende a encasillarnos y prejuzgarnos cuando se opina de prostitución "desde fuera", habitualmente acusándonos de falta de coherencia. Quienes pretendemos acabar con el repudio existente hacia la prostitutas y su entorno evidentemente no compartimos los "valores", por llamarlos de algún modo, que expresa este lector. A ver, efectivamente no me agradaría ninguno de estos tres supuestos, pero NO porque sea uno de esos "hipócritas" que mientras "paga por algo que los hombres normales (?) consiguen gratis" se escandalizaría por tener una puta en su entorno. Ni mucho menos. No se debe como hace este lector a un rechazo intrínseco hacia la prostitución sino, por una parte, debido a las convicciones personales de mi madre y, por otra, a la situación legal de la prostitución en España.

Nada me gustaría más que si yo quedase incapacitado una prostituta cuidase cuidase de mí. Pero no pondría a ninguna con mi madre no por la prostituta sino por mi progenitora. No dudo de que la chica podría cuidarla estupendamente, sin embargo mi madre considera que estas mujeres son lo peor de lo peor y ELLA, no yo, no la aceptaría. Si la enfermedad fuese un Alzheimer las cosas quizá cambiarían, pues con sus capacidades disminuidas tal vez no pondría objeciones y a mí lo que me interesa es que mi madre esté bien atendida, en buenas manos.

En lo que respecta a la situación de que mi hija se prostituyese o mi retoño se casase con una de ellas, nuevamente no lo objetaría debido al hecho en sí de la prostitución sino al tratamiento legal que recibe esta actividad en nuestro país. Cualquier persona relacionada con una prostituta puede ser acusada de proxenetismo de acuerdo al código penal vigente, y no me gustaría que nadie de mi familia fuese a dar con sus huesos en los fríos calabozos como les ha sucedido a tantos parientes y amigos de chicas que conozco. De hecho, bajo una interpretación estricta de la Ley, yo sería culpable de un delito de proxenetismo ya que  este domingo dos chicas me invitaron a comer a su casa (obtuve un beneficio proveniente de alguien que ejerce la prostitución, aún con su consentimiento). Estas objeciones desaparecerían con una eliminación o modificación del actual artículo 188 del CP, nuestra meta legal más inmediata.

Os dejo con mi respuesta y me encantaría leer la vuestra:



Cliente X dijo... 
Pues yo querría que me explicases por qué una prostituta no puede cuidar de mi madre. O que no pueda ser buena novia para mi hijo. O que no me pueda sentir orgulloso de que mi hija se gane la vida "mamándola bien". ¿En qué me perjudicaría cualquiera de semejantes supuestos? ¿O lo que nos estás diciendo es que TÚ no aceptarías nada de esto porque DISCRIMINAS a estas personas? 

¿Qué circunstancia impediría que, objetivamente, una persona que haya ejercido la prostitución pueda ocuparse de un enfermo de Alzheimer? No veo objeción alguna, es más, en mi caso personal sería la única posibilidad de llevar una puta a mi casa. Porque mi señora madre no quiere ver a una meretriz ni en pintura, sólo cuando ella estuviese bajo los efectos de una enfermedad degenerativa como el Alzheimer se me ocurriría cometer semejante temeridad. Da igual que vaya a ayudarla, a cuidar de ella. Muchas personas comparten tus prejuicios hacia estas personas. 

Cuando abrí el blog, puedes consultar las primeras entradas, conté que uno de los objetivos que me animaban a escribir este espacio era el de combatir los arraigados estereotipos que existen sobre las prostitutas. Se piensa lo peor de ellas, pero yo que las he tratado a lo largo de muchos años puedo decirte que no sólo no son peores que las demás personas sino que en muchos casos son bastante mejores (aunque, evidentemente, hay de todo). En la actualidad varias de mis mejores amistades son prostitutas. 

Trato de dar a conocer el mundo de la prostitución con el fin de que tanto las prostitutas como otras personas que se relacionan con ellas y también son estigmatizadas (como sus clientes, parejas, los empresarios...) vayan siendo aceptadas socialmente por quienes, no teniendo un contacto directo con ellas (como tú o mi madre) las rechazan de manera automática. 

Espero que sigas leyendo este blog y, según lo vayas haciendo, pierdas esa costra de intolerancia y prejuicios que, a ti sí, te hace mucho peor persona que las prostitutas y sus clientes. Recibe un cordial saludo.

martes, 27 de noviembre de 2012

Música: after dark (después del anochecer)

Continuando con la serie de canciones de bandas sonoras, la que he escogido para hoy os sonará a todos. La conocidísima "After Dark", tema central de la película "Abierto hasta el amanecer" (From dusk till dawn),  acompañó al soberbio baile de Salma Hayek.

Cada uno interpreta las canciones como quiere, aunque os suene un poco forzado para mí refleja los sentimientos que llegamos a tener algunos clientes al anochecer, cuando llegan las chicas (en muchas zonas la prostitución callejera sólo se encuentra de noche, y allí donde se da las 24 horas siempre vienen más chicas tras la puesta del Sol). Verlas es la mejor parte del día, ellas nos dan fuerzas para levantarnos e ir a trabajar (y luego hay quien dice que la prostitución es inútil, sin ella la productividad laboral caería en picado), son la obsesión que consume nuestros pensamientos, vidas y sueldos.

Disfrútenla:



AFTER DARK - TITO & TARANTULA

Watching her
strolling in the night, so white,
wondering why
it's only after dark...

In her eyes
a distant fire light burns bright,
wondering why
it's only after dark...

I find myself in her room,
feel the fever of my doom.
Falling, falling,
through the floor,
I'm knocking on the devil's door, yeah!

In the dawn
I wake up to find her gone
and the note
says "only after dark".

Burning, burning, in the flame.
Now I know her secret name.
You can tear her temple down,
but she'll be back and rule again, yeah!

[In my heart a deep and dark
and lonely part
wants her and waits for
after dark (x4)]



TRADUCCIÓN

Mientras la miro
paseando por la noche, tan blanca,
me pregunto por qué
está sólo después del anochecer...

En sus ojos
un distante fuego luminoso arde brillante,
me pregunto por qué
está sólo después del anochecer...

Me encuentro en su habitación,
siento la fiebre de mi perdición.
Cayendo, cayendo,
a través del suelo,
estoy llamando a la puerta del Diablo, ¡sííí!

Al amanecer
cuando me despierto ya no está
y la nota
dice "sólo después del anochecer".

Ardiendo, ardiendo, en el fuego.
Ahora sé su nombre secreto.
Puedes demoler su templo*
pero ella regresará y volverá a mandar, ¡sííí!

En mi corazón una profunda, oscura
y solitaria parte
la desea y espera
después del anochecer


* N. del T.: probablemente en referencia al Evangelio según San Juan, Capítulo 2 versículo 19.



BONUS TRACK: Angry cockroaches (cucarachas enojadas), otro fabuloso tema de rock chicano perteneciente a la banda sonora de la película. En este caso sonó durante la pelea contra los vampiros.



Otros grandes homenajes a las mujeres de la noche:
· Música: pretty woman
· Música: me llaman calle
· Música: leather rebel
· Música: ahora que me dejas

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Las cinco mentiras de las abolicionistas sobre el trabajo sexual

Cuando comencé a interesarme en el aspecto discursivo de la prostitución, me sorprendieron no sólo lo distintos que eran los planteamientos sobre este fenómeno sino la descripción que se hacía del mismo. Como cualquiera puede comprobar, las afirmaciones de aquellas personas contrarias al reconocimiento legal de la prostitución (abolicionistas) son totalmente incompatibles con aquellas que sostienen quienes pretenden que esta actividad sea aceptada como un trabajo más (regulacionistas). Bueno, hay algunas que no, en las que ambos tienen razón. Por ejemplo, es cierto como dicen los regulacionistas que la inmensa mayoría de la prostitución se ejerce voluntariamente pero no les falta razón a los abolicionistas cuando señalan que el 90% del negocio se halla en manos de mafias. Aunque esto parece contradictorio, no lo es. Toda la gente que conozco trabaja voluntariamente, mas pocos pueden librarse del pago de impuestos.

Entonces, tal y como el último día les traje un texto de Lidia Falcón en el que nos mostraba las que ella consideraba las tres grandes falacias sobre la prostitución, hoy quiero reproducir la versión opuesta. Son "las cinco mentiras de las abolicionistas" según AIPPEL, asociación creada por el abogado navarro Juan Bautista Larráyoz Pérez. Aunque no concuerdo con algunas (la primera de todas debería ser la que colocan en tercera posición puesto que es el presupuesto de partida de las abolicionistas, es cierto que la mayoría de trabajadoras del sexo en la actualidad son extranjeras particularmente en los sectores más "populares" y no considero para nada un éxito la "legalización" de determinados países como la holandesa), no voy a entrar a discutirlas porque ese trabajo quiero que lo hagamos entre todos. Más que las razones que aduce, lo que quiero reflejar es cómo ambos discursos se desautorizan mutuamente.

Con lo que concuerdo más es con la férrea defensa que se hace de la libertad, ésa es la motivación de fondo por la que defiendo la prostitución. Lo que discutimos al fin y al cabo no es si una persona puede vender servicios de naturaleza sexual, sino si queremos vivir en una sociedad libre o en una totalitaria donde impere la imposición de unos valores a la mayoría por parte de una minoría dirigista.



Viernes, 26 de Febrero de 2010

Desde AIPPEL, como defensores de la libertad sexual, del derecho a prestar y a recibir libremente servicios sexuales y dentro de nuestra lucha por el reconocimiento del Trabajo Sexual como una profesión más, queremos rebatir las cinco mentiras más propagadas (hay más pero éstas son las más reiteradas) por las asociaciones abolicionistas.

Antes, es necesario señalar cómo, curiosamente, las asociaciones, colectivos y personas que trabajan sobre el terreno con las Trabajadoras y Trabajadores del Sexo, que comparten sus problemas, les ayudan y buscan soluciones, SON PARTIDARIOS (con diversos matices) de la regularización del Trabajo Sexual, mientras que las asociaciones abolicionistas presentan un discurso teórico, basado en cifras nunca contrastadas y sin tener jamás en cuenta los intereses ni los deseos de las Trabajadoras y Trabajadores del sexo, a las que ningunean y que ni por asomo llamarán Trabajadoras. En cuanto a los trabajadores del sexo varones, las abolicionistas simplemente los ignoran, no existen para ellas, tal es su odio de género.

PRIMERA MENTIRA: EL 95 % DE LAS TRABAJADORAS DEL SEXO ESTÁN OBLIGADAS POR LA FUERZA. Como nadie, ni la persona menos dotada de talento, puede creerse que 95 de cada 100 trabajadoras del sexo estén prestando sus servicios forzadas, nos mandan a “Paco el de las rebajas” y nos dicen que bueno, lo que quieren decir no es tanto que haya un “malo malísimo” con una estaca obligando a las chicas (de los chicos ya hemos visto que no hablan), a prestar servicios sexuales, sino que es la pobreza y la necesidad lo que las obliga a prostituirse, que si pudieran harían otra cosa.

¿Las personas que trabajan en invernaderos desean hacerlo o tal vez lo hacen por necesidad extrema?, ¿las mujeres que cuidan y limpian ancianos(a sus familiares les desagrada hacerlo), no lo hacen acaso por necesidad extrema?, si pudieran seguro que harían otra cosa (en estos oficios también la gran mayoría son personas extranjeras sin permiso de residencia) y podríamos poner infinidad de ejemplos de personas forzadas a ejercer profesiones que nadie quiere ni ellos/as mismos, que lo hacen solo por pobreza y necesidad extrema.

Ante esta mentira, AIPPEL DICE que: LA GRAN MAYORÍA DE LOS Y LAS TRABAJADORAS DEL SEXO ELIGEN LA PROFESIÓN. A nadie se le escapa que casi todos trabajamos para subvenir a nuestras necesidades. También es cierto que muchos, por no decir que la mayoría de los trabajadores y trabajadoras en España, no son precisamente felices en su trabajo. Recordemos el viejo chiste de Jaimito: “La señorona pregunta a Jaimito: ¿Vas a la escuela Jaimito? R.: ¡No hay más cojones señora!” Así todos trabajamos, en la industria del sexo, en la fábrica o incluso en una asociación abolicionista, como Jaimito iba a la escuela.

Desde AIPPEL afirmamos que las y los Trabajadores del Sexo están más contentos y felices con su trabajo que la mayor parte del proletariado español. Desde AIPPEL retamos a las organizaciones abolicionistas para que ofrezcan empleos remunerados a las Trabajadoras del Sexo. Si es cierto que están obligadas por la necesidad, de inmediato dejarán de ejercer para ocupar el puesto de trabajo ofertado y la prostitución femenina desaparecerá o quedará reducida a la mínima expresión. Es fácil. ¿Por qué no lo hacen?

SEGUNDA MENTIRA: CASI TODAS LAS TRABAJADORAS DEL SEXO SON EXTRANJERAS. Es cierto, y AIPPEL no ignora, que hay una mayoría de profesionales extranjeras y extranjeros en el sector. Pero no es menos cierto que entre las profesionales de “alto standing” hay muchas españolas (y españoles) y que son españolas y españoles la mayoría de las que ejercen la profesión de modo esporádico u ocasional o a tiempo parcial como una segunda profesión. Recientemente ha tenido eco en la prensa el caso de conocidas locutoras, actrices y presentadoras de televisión y radio que ejercen la profesión ocasionalmente y por suculentas sumas de dinero. La Sala Quinta de lo Militar del Tribunal Supremo, en una sentencia que ha redactado el magistrado José Luis Bermúdez de la Fuente, confirmó la orden de expulsión de una Agente de la Guardia Civil que bajo el pseudónimo de Claudia ejercía la prostitución en sus ratos libres en un Club. Y sin ir tan lejos, estudiantes, amas de casa, oficinistas, dependientas y funcionarias españolas se sacan sus buenos dineros ejerciendo la profesión en ratos libres, fines de semana o por temporadas. Quién sabe si quizá algún amable lector o lectora no ha tenido la ocasión de toparse en alguna aventura nocturna con una “belle de jour” . Si es así puede hacérnoslo saber en estas páginas, reservando, eso sí, la verdadera identidad, de nuestra compañera.

TERCERA MENTIRA: EL TRABAJO SEXUAL ES UNA FORMA DE VIOLENCIA DE GÉNERO. Resmas de papel y ríos de tinta han gastado ciertas feministas en teorizar sobre la sociedad patriarcal que históricamente ha venido oprimiendo a la mujer. Siguiendo estas teorías, las abolicionistas mantienen que el Trabajo Sexual femenino (olvidan siempre que también hay Trabajadores del Sexo masculinos, y en cuanto a los transexuales y travestis, mejor nos callamos porque la las feministas les dan “yuyu”), es una consecuencia de esta sociedad patriarcal que oprime y violenta a la mujer, por lo que para conseguir una verdadera igualdad de género, el trabajo sexual femenino debe ser abolido.

AIPPEL, en consonancia con su apuesta por la libertad, mantiene que las personas mayores de edad pueden dedicarse a la profesión que prefieran o para la que se sientan capacitadas. Todas las personas adultas deben ser libres para ofertar o demandar los servicios sexuales que deseen, sin que ello suponga violencia de género alguna. Si una profesional tiene un cliente varón está sufriendo violencia de género. Y si el cliente es mujer, que las hay. ¿Qué ocurre entonces?

CUARTA MENTIRA: LA LEGALIZACIÓN DEL TRABAJO SEXUAL EXPANDE LA INDUSTRIA DEL SEXO. El trabajo sexual está legalizado en países tan avanzados y respetuosos de los Derechos Humanos y de los Trabajadores como Alemania, Suiza, Holanda o Australia. Ello ha supuesto un verdadero éxito para las personas que quieren hacer del Trabajo Sexual su profesión, les ha dado seguridad y poco a poco les está sacando del estigma social que, aún hoy día en las sociedades avanzadas, produce el trabajar en la industria del sexo. Lógicamente, al ser un trabajo legal como otro cualquiera, han aflorado la mayor parte de las personas que se dedicaban al mismo de modo sumergido y además otros nuevos trabajadores y empresarios se han incorporado a esta industria con éxito. En estos países el Trabajo Sexual en situaciones de ilegalidad ha disminuido grandemente, si bien, como en todos los sectores de la economía, se mantiene un cierto nivel de economía sumergida, pero en todo caso en un grado muy inferior que en otras profesiones, como albañiles, fontaneros, contables, etc.

Desde AIPPEL mantenemos que la industria del sexo no debe considerarse algo malo, ni el Trabajo Sexual algo denigrante y por lo tanto, si la legalización hace que la industria del sexo florezca no podemos hacer otra cosa que congratularnos, como también nos alegramos cuando crece y le va bien a la industria del automóvil, de la alimentación y del textil.

QUINTA MENTIRA: EN LOS PAÍSES EN QUE SE HA ABOLIDO EL TRABAJO SEXUAL LA PROSTITUCIÓN FEMENINA PRÁCTICAMENTE HA DESAPARECIDO. Las abolicionistas consideran el Trabajo Sexual femenino como algo malo en sí mismo y por ello pretenden que nadie pueda trabajar en este sector. El gran ejemplo que ponen es Suecia, país en el que se ha abolido la prostitución y en la que según las abolicionistas esta es inexistente, cuando la realidad demuestra que resulta todo lo contrario, y ello sin contar con el sufrimiento añadido que esta situación de ilegalidad y marginalidad lleva a las Trabajadoras y Trabajadores del Sexo Suecos, con los que desde AIPPEL nos solidarizamos. En este sentido, Petra Östergren, una antropóloga social de Estocolmo, en su último libro ’'Porr, horor och feminister’' (Pornografía, putas y feministas) ha tenido la valentía de denunciar la dura situación de las Trabajadoras del Sexo en ese país. Debido a la ley, los Trabajadores y Trabajadoras del Sexo se siente perseguidos por la policía, por los trabajadores sociales, los medios de comunicación y por las activistas anti-prostitución. Desde la abolición los Trabajadores y Trabajadoras del Sexo no pueden convivir con su pareja puesto que es ilegal recibir cualquier parte de los ingresos obtenidos del Trabajo Sexual. Además son considerados padres inadecuados y pierden la custodia de sus hijos si se averigua que ofrecen servicios sexuales. Todos los informes oficiales tratan los problemas aparecidos después de la aplicación de la nueva ley abolicionista de la prostitución. La Policía Nacional Sueca manifiesta que está siendo muy duro para los Trabajadores y Trabajadoras del Sexo. Los responsables del estudio de la Directiva Nacional de Salud y Bienestar creen que las mujeres ahora experimentan más dificultades y están más expuestas que antes. Y aún hay más, Suecia con una población de solamente 9.000.000 de habitantes, es el cuarto país de Europa del que más turismo sexual sale en números absolutos, no porcentuales, después de Alemania, Suiza e Italia, países mucho más poblados, lo que demuestra que ante las dificultades en su propio país los suecos y las suecas van a otros países a recibir servicios sexuales.

COLORARIO: Las organizaciones feministas abolicionistas, basadas en prejuicios de género pretenden suprimir la libertad de elegir a las mujeres que libremente desean trabajar en el sector de los servicios sexuales. Para ellas la Trabajadora Sexual que defiende el derecho de serlo, es -en palabras de la feminista Lee Lakeman- simplemente una estúpida. Desde AIPPEL tenemos muy claro que no deseamos a nadie que nos redima ni que decida por nosotros. La Libertad de prestar y recibir servicios sexuales es parte integrante del Derecho Fundamental a ser libre.


Más sobre AIPPEL:
· AIPPEL condena los abusos policiales contra los trabajadores sexuales
Y acerca del discurso abolicionista:
· La eficacia de los abolicionistas

domingo, 18 de noviembre de 2012

Una crítica moral y desmitificadora de la prostitución

Eso es lo que os traigo hoy de la mano de Doña Lidia Falcón, fundadora del Partido Feminista y una de las más conocidas abolicionistas de España. Este texto apareció por primera vez en el año 2003, en el número 34 de la revista Poder y Libertad -que ella misma dirige- bajo el título "Falsedades sobre la prostitución". Consta de dos partes, en la primera trata de "desmitificar" algunas creencias sobre la prostitución ampliamente asumidas (yo no digo nada, ustedes me dirán qué les parecen) y en la segunda realiza una "crítica moral" a la deriva socialmente liberalizadora de los últimos tiempos.

Como un mal estudiante que copia, lo reprodujo sin cambios significativos cuando la revista "Internavis" la solicitó en el 2010 un artículo sobre la prostitución. Debió pensar que para qué hacer algo nuevo si ya tienen perfectamente definido el discurso, hizo bien la verdad sea dicha. Si yo fuese abolicionista actuaría exactamente igual.

He escogido este escrito porque refleja como pocos otros lo que traté de transmitiros en la anterior entrada y estoy viendo en los comentarios que se van desarrollando. Cuando alguien no conoce para nada la prostitución se nota, lo revela al momento. Y es que, a pesar del más que evidente apoyo que suponen las lecturas, uno no sabe de prostitución hasta haber salido a la calle y conocido a fondo (no de pasada) esta realidad. Los propios estudiosos de la prostitución reconocen la cantidad de sorpresas que se llevaron porque el mundo de la prostitución se halla muy distorsionado por la propaganda moralista como la que representa la señora Falcón. Quien, por cierto, no es una señora carca al uso sino una de estas progres de salón, comunistas enjoyadas de la izquierda caviar. Qué arte tiene, es capaz de a la vez criticar a la dictadura por haber borrado "la moral" mientras mantiene un discurso propio de la Sección Femenina. Su apuesta abierta por las medidas represivas que controlen todos los ámbitos de la sociedad y en particular la sexualidad es digna de cualquier fascicomunista.

Así que nada, como me gusta satisfacer a mis lectores tanto como a las mujeres aquí tenéis lo que habíais pedido: una buena ración de feminismo trasnochado y otra de filosofía de andar por casa. ¡Para que estéis contentos!




Nos encontramos en un momento histórico en que se produce un fenómeno impensable hace solamente cincuenta años: Que se haya permitido, con el beneplácito de todos los poderes sociales, que se desarrolle una campaña de gran difusión entre los sectores políticos e intelectuales de nuestro país para que se considere la prostitución como un oficio igual a cualquier otro, perfectamente admisible socialmente, por lo cual resulta imprescindible legalizar su ejercicio.

Los argumentos utilizados para ello tienen varias vertientes: económica, social, laboral y personal, que se basan en falsedades y sofismas, que por repetidos comienzan a hacer mella en los débiles criterios de nuestra ciudadanía.



LAS FALACIAS DE LOS ARGUMENTOS PRO LEGALIZACIÓN

1- Las ventajas económicas.

Muy insistentemente, hasta el punto de que está logrando incidir en el criterio de las gentes desorientadas, se repite el argumento de que las mujeres prostituidas, deben ser consideradas como trabajadoras de cualquier otro sector de la producción, y de que escogen esta “profesión” libremente. Alegan no sólo que es una buena fuente de ingresos, sino que con la prostitución ganan más dinero que en otras profesiones, lo que les permite vivir en condiciones económicas desahogadas, comprar vivienda, disfrutar de mejor calidad de vida y darles a sus hijos una educación esmerada. Es decir, ofrecen a la opinión pública la imagen de que la prostitución es una profesión lucrativa, que les ofrece a sus “trabajadoras” grandes oportunidades para disfrutar de abundancia económica. Esta imagen es absolutamente falsa.

La mayor parte de los ingresos que se obtienen con este tráfico sexual van a parar a las manos de los chulos, proxenetas, de los empresarios de los burdeles, pubs, clubs de carretera, casas de masaje, y de los macarras que dominan a las mujeres que hacen la calle. Aquella mujer que crea que cualquier mujer puede ganarse la vida ejerciendo la prostitución por su cuenta, que lo pruebe. Que salga a la calle, se sitúe en una esquina para atraer a los hombres, que es lo más barato, para ello no hace falta ninguna inversión ni montar un establecimiento adecuado, y comience a llamar a los clientes. Antes de media hora habrá aparecido un chulo y la habrá conminado agresivamente que responda a preguntas como éstas: ”¿Cómo estás tú aquí? Yo no te conozco. Tú, ¿por cuenta de quién trabajas?, ¿dónde está tu chulo? ¿Dónde está tu amo? Con nosotros no ha hablado. Dile que venga a hablar conmigo, porque esta esquina es mía.”

En algunos países, donde la persecución de la prostitución se ha tomado en serio, algunas mujeres policía se han disfrazado de prostitutas y apostado en la calle. Pretendían conocer la organización mafiosa y llegar hasta los capos que dominaban aquel barrio o aquel lugar de la ciudad. Y se han llevado a la fuerza a todas las que lo han intentado sin protección. En el caso de las mujeres policías, éstas suelen tener protección de sus compañeros. Las vigilan desde algún coche cercano, y en algunas ocasiones han podido detener a los intermediarios, que son, naturalmente, los de más baja categoría, pero se han dado casos en que esa protección ha sido ineficaz y ha desaparecido la mujer que ha intentado hacer de gancho.

Las mujeres prostituidas tienen apenas lo suficiente para su subsistencia. Los proxenetas no les dan ningún dinero.

Se está engañando a la opinión pública asegurando que las mujeres prostituidas perciben ingresos mensuales muy superiores a los de las obreras, mujeres de limpieza o secretarias, incluso que pueden llegar a ganar grandes cantidades de dinero. Resulta penoso pensar que haya quien pueda creer que las prostitutas en los burdeles, en las casas de masajes, en los puticlubs de carretera, en los pubs y cabarets van obtener ingresos muy sustanciales.

Por el contrario, la inmensa mayoría de las prostituidas no perciben dinero alguno de sus proxenetas, chulos y macarras que son sus secuestradores. A las que están encerradas en locales determinados, los propios guardianes y macarras les compran los cosméticos, la ropa interior y otros aditamentos que necesitan para su tarea. Muchas veces las mujeres ni siquiera disponen de ropa normal. No tienen vestidos que puedan usar en la calle, sino únicamente batas trasparentes, tangas, lencería fina, zapatos de tacón alto, porque nunca pueden salir a la calle. De esto ha informado la prensa cuando alguna ha podido escaparse. En casos excepcionales la mujer ha huido por una ventana o ha salido con el auxilio de algún cliente, y ha aparecido en la calle o en la comisaría de policía vestida en ropa interior, porque era la única ropa que tenía.

El dinero lo reciben, naturalmente, los proxenetas, y son ellos y sus gorilas los que controlan totalmente la movilidad de estas mujeres, a las que retienen el pasaporte, les quitan la documentación para que no puedan moverse, las aíslan de su familia o de los amigos o de quienes puedan ayudarlas, y la norma general es trasladarlas continuamente de un lugar a otro, de tal modo que tampoco puedan hacerse amigas de las otras compañeras de desgracia, ni trabar amistad con algún cliente, que quizá pudiera ayudarlas. Tanto en la esquina de una calle o en los parques y en las casas de masaje, la estrategia es ir intercambiándolas continuamente. Ellas mismas, cuando se ha liberado de esta esclavitud han contado que no han estado más de mes y medio o dos meses en cada sitio.



2- La segunda mentira es difundir la idea de que la prostitución no es más que un trabajo, tan regular y habitual como otro cualquiera.

Situémonos, por tanto, ante la perspectiva de legalizarlo. Siguiendo las normas vigentes laborales debemos contemplar las condiciones del contrato de trabajo y del convenio colectivo de ese “sector”. El Estatuto de los Trabajadores, los contratos de trabajo y los convenios colectivos de las diversas profesiones, establecen las actividades de cada categoría profesional, sus deberes y derechos. Debemos preguntarnos, en consecuencia, cuales serán las condiciones que se estipularán en el contrato de trabajo y en el que deberán constar determinadas puntualizaciones necesarias: Las horas que deberán dedicar las prostituidas a soportar relaciones sexuales indeseadas, el número de hombres que tendrán que recibir cada día, las remuneraciones que percibirán, según sean contadas por horas, por la cantidad de hombres o por la diversidad de actividades sexuales. Así, es de suponer que la que deba atender a 20 hombres ganará menos que la que lo haga con 40 y más que la que cuente 10.

Acaso estipularán que las que se sometan a un coito anal cobrarán más que cuando soporten un coito vaginal. Quizá el coito bucal será más barato, y me despierta la curiosidad conocer a cuánto se cotizará el sadomasoquismo. Finalmente, ¿a qué precio se señalará cada “servicio normal” en las casas de lenocinio “normales”? ¿cual será la escala de salarios que se le aplicará?, ¿la más baja, correspondiente a la de la mujer de limpieza, dada la innecesariedad de cualificación profesional? ¿O se tallará y pesará a las mujeres como al ganado, o se las escogerá en concurso público, una variante del antiguo mercado de esclavas, según la edad y las características físicas?. En definitiva, si ha de cobrar igual o parecido que la mujer de limpieza por hora de trabajo, y las tareas que se le exigen son las que ya sabemos, sin duda será mucho mejor dedicarse a la limpieza.

Es preciso también precisar si las mujeres prostituidas dispondrán de los servicios generales de los demás trabajadores, de tal modo que en el momento en que se encuentren en paro podrán ir al INEM a solicitar un empleo en un burdel o a pedir el ingreso en otro diferente, y el INEM deberá tener una bolsa de trabajo entre las ofertas se puedan plantear. En consecuencia, dentro de esta hipótesis, cabe la posibilidad de que a cualquier mujer que se encuentre en el paro, aunque previamente haya trabajado siempre en fábricas u oficinas, se le podrá ofrecer el “empleo” en un burdel. Si no tiene trabajo en el sector en que se ha formado, puede sin embargo ser prostituta.

Otro aspecto de la cuestión: las prostitutas, ¿deberán poseer formación profesional? ¿tendremos que instalar centros de enseñanza de prostitutas, y las niñas cuando terminen la enseñanza primaria a los 14 o 15 años, podrán ir allí aprender las mejores formas de satisfacer la sexualidad de los hombres que las paguen? Siempre que se sea más experta se podrá ganar más dinero.

No estoy fantaseando. Pretendo analizar y poner de relieve ante los espíritus simples que pueden llegar a ser convencidos con los argumentos de las y los que defienden la campaña por la legalización de la prostitución, el panorama con el que nos encontraríamos si se establecieran contratos de “trabajo” en tales condiciones.



3- Una falacia más es la de afirmar que la prostitución constituye un negocio para todos: empresarios y trabajadoras. La libertad como supuesto indiscutible de este contrato de trabajo.

La prostitución únicamente es un negocio rentable para los empresarios. Por supuesto ya sabemos que en un sistema capitalista los únicos que ganan plusvalías son los patronos. En este caso la plusvalía es inimaginable. Porque no se puede calcular el beneficio en términos de producción de bienes. Aquí no se trata de producción de bienes ni de servicios. Estamos hablando de entregar toda la persona, como en la esclavitud. Porque el cuerpo es la persona misma y no un trozo de la misma. En tal sentido, mucho mejor que yo, Carlos París ya ha analizado la identificación de cuerpo con la identidad personal.

Se afirma también que las mujeres “contratan” con total libertad. La libertad del pobre. El 99% de las prostitutas, como nos enseñan todas las estadísticas mundiales, son pobres, nadie puede imaginarse que se sea prostituta por vocación, ni por afición.

¿Qué libertad es la que poseen mujeres que no tienen qué comer, que no pueden alimentar a los hijos o, que, en tantísimos casos, han sido ya violadas por los hombres de su entorno desde la infancia o la pubertad? Y esa es, digan lo que digan, la historia habitual de la prostitución.

El 99 % de las mujeres son pobres, están humilladas, han sido vejadas en su dignidad de persona. No se consideran por tanto iguales a las otras más afortunadas. Y nuestra sociedad, cuando legalice la prostitución, seguirá sin considerarlas dignas de compararse con las mujeres decentes.

Lo que se está estableciendo, clarísimamente, son, por lo menos, dos clases de mujeres, existen por supuesto otras más, porque las clasificaciones de la miseria y de la indignidad son varias, pero por lo menos dos: las prostitutas y las que no lo son. Y las que no lo son, y que desde el feminismo, en esta triste polémica, están defendiendo la legalidad para las prostituidas, piensan que esa explotación y ese estatus social está bien para “las otras”. Lo que no se plantean nunca es ser ellas mismas prostitutas o sus hijas o su hermana o su madre.



DE LA REPRESIÓN A LA CORRUPCIÓN. TENEMOS QUE HABLAR DE MORAL.

Yo creo que en nuestro país es necesario hablar de moral. Nuestro país ha vivido una historia muy singular. Inició una evolución política, económica, social, cultural podríamos decir similar o pareja a la de otros países europeos a principios del siglo XX hasta el año 36. Y el año 36 se quebró, no se si para siempre, aquel camino de desarrollo económico, de desarrollo en todos los terrenos, desde el científico hasta el ético, que había iniciado unas décadas atrás. En ese desdichado momento nos hundieron en la barbarie. Sufrimos cuarenta años de una dictadura fascista que ha erradicado no solo de nuestras leyes y principios sociales la igualdad, la libertad y la solidaridad, sino también, y más desdichadamente, de nuestra conciencia. Que ha borrado, ha difuminado las fronteras de lo que es moral y lo que es inmoral, y está propiciando que se desprecie a todo aquel plantee esta cuestión.

Al concluir la dictadura recuperamos un remedo de democracia- ésta no es la misma democracia que la del año 36, por supuesto. A partir de 1978 se nos concedieron algunos rasgos democráticos. Y pasamos de la represión sexual, absolutamente oscurantista y medieval que había dominado la dictadura, a la corrupción. A partir de ese periodo nuestro país ha perdido las referencias morales. No tiene normas de comportamiento, especialmente en lo que se refiere a la moral sexual y a la relación entre hombres y mujeres. Desde los primeros años de la transición, sufrimos una irrupción de pornografía absolutamente delirante. Se vende en todos los quioscos, se exhibe en todos los escaparates, en los programas de televisión, en los cines, en los anuncios, al alcance de cualquiera, hasta de los niños más pequeños. La televisión no para de ofrecer no sólo desnudos sino toda clase de exhibición de cuerpos humanos, especialmente femeninos, sin límite. Las películas pornográficas se programan en las cadenas privadas, sin ninguna clase de control, a cualquier hora y en cualquier canal.



Incesto, proxenetismo, perversión de menores, estupro.

Una de las pruebas de que el nuestro es un país amoral, es que el incesto no es delito en España. Lo curioso, si pudiéramos calificarlo de tal manera, es que tampoco lo era bajo la dictadura. A aquel régimen de represión moral y sexual terrible no le parecía ni bien ni mal que se tuvieran relaciones sexuales entre los padres y los hijos, o entre los hermanos. Más lamentable es que cuando alcanzamos este remedo de democracia de que hoy disfrutamos tampoco se defina el incesto en nuestro ordenamiento legal, ni se le incluya en las leyes penales. Creo que es el único país que padece semejante carencia. Por supuesto no en toda Europa y mucho menos en Estados Unidos, ni en Latinoamérica.

Pero a mayor abundamiento, cuando se elabora el último código penal del año 95, el llamado “Código Penal de la Democracia”, que se estuvo debatiendo y elaborando durante varios años y que parecía iba a constituir el gran triunfo del progresismo, tal como se defendió por parte de los ministros socialistas, y especialmente por Juan Alberto Belloch, en aquel momento Ministro de Interior y de Justicia, se suprime el delito de proxenetismo. Es decir, que aquel que explota sexualmente a otras personas no es un delincuente.

Con la misma intención, y en el mismo acto, se elimina el delito de perversión de menores. Con lo cual, en el primer episodio de tal conducta con el que la justicia se tropieza inmediatamente después de que haya entrado en vigor el código, el descubrimiento de la red de pornografía infantil que se había montado en Valencia, y que había dado muy buenos beneficios a una serie de indeseables que distribuían fotos e imágenes con escenas con niños desnudos en toda clase de actitudes lascivas, obscenas, e incluso realizando actos sexuales, no se puede procesar a los autores, porque esas actividades no se hallan incluidas entre las conductas delictivas.

Se ha eliminado también el delito de estupro. En lo que tuvieron un gran interés los llamados progresistas. El delito de estupro estribaba en que una persona mayor de edad mantuviera relaciones sexuales con un menor de edad, con consentimiento por parte de éste. Establecida la mayoría de edad en los 18 años, se consideraba que hasta esa edad se podía ser sujeto de seducción por parte de una persona mayor, dada la falta de madurez mental de aquel. Se tenía en cuenta que una de las contradicciones más difíciles de superar para el desarrollo de la persona, es que los seres humanos alcanzan la madurez sexual y la capacidad reproductora mucho antes que la madurez emocional y la comprensión intelectiva.

Pues bien el nuevo Código Penal elimina el delito estupro y considera que se puede prestar consentimiento sexual con plena capacidad de elección a partir de la edad de doce años, aumentada posteriormente, a propuesta del Partido Popular, ¡a los trece!. A partir de tan madura edad, los niños o niñas que sean seducidos por cualquier ser humano de veinte o de cuarenta años, y consientan mantener relaciones sexuales con él o ella, porque el capricho, la fantasía o la falta de conciencia que se padece a esa edad los induzca, no tienen ninguna clase de protección legal.



Civilización.

Las sociedades cuanto más evolucionadas son, más normas se dan. Pensar que una sociedad progresista no acepta represiones de ningún tipo es un disparate. Un disparate que los progres, estos progres a la violeta de los últimos años, han estado difundiendo. Si nos fijamos en las normas sociales y en los códigos legales, las leyes establecen el retrato de la sociedad, veremos que en el siglo XIX existían menos represiones que en la actualidad. Y no digamos si nos remontamos a la Edad Media donde regía la barbarie. En el siglo XIX nadie pensaba en proteger a las mujeres, ni a los niños, ni a los trabajadores, ni al medio ambiente ni a los animales. A medida que avanzamos en la comprensión de que la felicidad y el bienestar de los seres humanos deben ser fines sociales, que tienen que estar protegidos y regulados por toda la sociedad, y que para evitar y neutralizar a los depredadores, criminales y explotadores de toda laya que proliferan en el salvaje mercado de bienes y de personas, hay que darse normas, y normas cada vez más severas, que vayan estableciendo las reglas de las relaciones humanas, alcanzamos mayor grado de civilización.

No es ninguna casualidad que en los países nórdicos, paradigma del bienestar y el progreso sociales, se haya aprobado abolir la prostitución que además pena, en alguna medida, al prostituidor, es decir, al llamado cliente.



La sexualidad de las prostitutas.

No sé si los y las defensoras de la legalización de la prostitución contemplan la posibilidad de que las prostitutas tengan una sexualidad humana. No sé si esa hipótesis ha desfilado alguna vez por su pensamiento, pero en todo caso nunca he podido averiguar cómo la imaginan. Porque ¿alguien puede creer que un ser humano que tiene que aceptar obligatoriamente relaciones sexuales, de cualquier tipo, con veinte o veinticinco personas cada día, durante no sé cuantos años de su vida útil, puede realizar su propia sexualidad?¿Quizá creen que las mujeres prostituidas la desarrollan mientras los hombres las utilizan como objetos, en la búsqueda de su propio placer atrofiado? ¿Quizá suponen que esas mujeres después de haber tenido que soportar el abuso de su cuerpo y de su sensibilidad diariamente durante varias horas, que a veces se prolongan todo el día o toda la noche, con hombres desconocidos, de cualquier apariencia, edad, condición y trato, cuando regresan a su casa, si la tienen- no hablamos de las que están secuestradas en burdeles y clubs de carretera-, pueden encontrarse con un amante y sentir placer en una relación libre de su propio estigma? No hacen falta grandes estudios psicológicos, psiquiátricos o sexológicos para saber como la prostitución solamente conduce a la humillación personal de la víctima y por supuesto a matar su sexualidad. Las mujeres víctimas de la prostitución no pueden saber, ni entender, ni comprender, cómo se realiza una sexualidad placentera, voluntaria y gratuita que es la que pretendemos disfrutar todos los demás seres humanos.



La sexualidad de los prostituidores.

También tenemos que hablar de la sexualidad de los hombres que prostituyen a las mujeres, la sexualidad de los clientes. Hombres que satisfacen su necesidad de placer con un coito que dura veinte minutos, a cualquier hora del día o de la noche, con una mujer desconocida, mediante la entrega de dinero. La sexualidad de hombres que acuden en coche, paran un momento en una esquina, meten a la mujer en el vehículo y le ordenan que le haga una mamada, concluyen en pocos minutos, echan a la mujer del vehículo, se secan, se arreglan la ropa y se van a la oficina o a su casa disimulando la experiencia que acaban de vivir. Tales hombres ¿qué clase de sexualidad poseen? ¿qué personalidad tienen? ¿Cómo se relacionan sexualmente con la esposa, la amante, la novia? Y, ¿cómo se relacionan con los demás seres humanos? ¿Qué clase de comunicación establecen con los amigos, con los familiares, con los compañeros de trabajo, si son capaces de satisfacer la sexualidad, que es una de las condiciones más importantes de la persona, de modo tan perverso?

En el relato, un libro magnífico, "La Escapada de Jean Cordelier, Memorias de una prostituta francesa" de los años setenta, la protagonista explicaba que en un periodo de su terrible vida, la mafia que la poseía en propiedad la había trasladado a un burdel de París al lado de Les Halles, anteriormente el mercado central. Los descargadores del mercado que llegaban a las 6 o las 7 de la mañana, primero se tomaban en el bar una bebida fuerte y luego se metían en el burdel. Era un burdel modesto, para trabajadores, donde a la entrada del local, como en un hotel, había un mostrador con un empleado que les cobraba previamente y les entregaba una toalla y una placa con un número. Ellos a continuación subían la escalera en busca de la habitación de la prostituta a donde tenían que ir, cuyo número estaba en la chapa. La autora explicaba que recibía tantos hombres al día que no tenía tiempo de vestirse. “Yo les esperaba desnuda con la vaselina en la mano”. El hombre entraba, cerraba la puerta, descargaba su excitación en unos 10 o 15 minutos, y se iba, abrochándose el pantalón mientras bajaba por la escalera, cuando ya subía otro. De tal manera se aliviaban a cualquier hora desde las 6 o 7 de la mañana hasta a las 6 o 7 de la tarde, antes o después de haber realizado un trabajo penoso y duro. De tal modo descargaban en una mujer, a la que apenas le concedían la categoría de ser humano, su cansancio, sus frustraciones, el aburrimiento de una vida sin horizontes, exactamente igual que si se tomaran una bebida, una droga, un estimulante para poder seguir viviendo.

Hace unos días, cuando intentaba averiguar algunos datos para esta ponencia, me he encontrado con que los jóvenes de hoy, no los de los años 50 ó 60, no los trabajadores frustrados que contaba este relato, no tampoco los padres de familia burguesescatólicos que se casaban por conveniencia, que no mantenían relación sexual con su mujer y que se iban a consolar a los prostíbulos; no tampoco en los años de la represión franquista, sino en el día de hoy, encuentran muy divertido ir a pasar un rato los fines de semana a los burdeles. 

Hombres de 20 a 30 años, y a veces más jóvenes, que se citan precisamente para ir al prostíbulo como irían a jugar a los bolos o a tomar unas copas a un bar. Y cuando se les pregunta por qué hacen esto sólo contestan que es muy divertido: «¡Ah! sí, sí…allí hay unas chicas majas, bueno alguna está vieja, alguna está gorda». Las valoran como a los animales, según sus condiciones físicas. «Pero y eso, ¡qué importa!» me miran con extrañeza cuando advierten mi reproche y contestan: «Y a ti que te pasa, ¡tía!, tú estás muy reprimida, ¿no?».



El debate sobre la sexualidad.

En nuestro país, además de la moralidad de la que hablaba hace un momento, se ha perdido el debate sobre la sexualidad que necesitamos y deseamos. Una sexualidad que teníamos que recuperar después de los oscurantistas años de represión, de silencio y de toda clase de sufrimientos que nos inflingieron las enseñanzas católicas y la persecución social.

El Movimiento Feminista en los años 70 desencadenó este debate. Entonces lo desarrollamos con gran intensidad y profundidad. Se trataba sobre todo de acabar con la explotación sexual de la mujer y la falta de respeto por su placer sexual. Pero en el día de hoy este debate se ha olvidado, como si ya no existiera ningún problema. Mientras la sexualidad se ejerce por parte de un número cada vez mayor de hombres de forma venal. Porque considerar que la sexualidad se puede satisfacer pagándole a alguien para que esté a tu servicio un rato, es corromper la sexualidad.

Los seres humanos pueden hacer muchas cosas detestables por comer, porque sin comer no se puede vivir. Se pueden sufrir muchas humillaciones por darle de comer a quien tú quieres, a tus hijos, a tus padres, a la gente que depende de ti, porque estás defendiendo su vida. Pero por tener relaciones sexuales no hay que humillarse, porque por no tener relación sexual no se muere nadie. Y corromperla hasta al punto de pagarla, es tener una idea de la sexualidad completamente pervertida, completamente desviada de la función que tiene. Que no solamente es una función fisiológica sino también de comprensión, de comunicación y de plenitud del ser humano. Lo que depende también de que decidamos qué clase de seres humanos deseamos ser.



La dignidad humana.

La última reflexión que voy a hacer hoy es sobre la dignidad humana. En este tema de la prostitución sólo se habla de dinero. Y para obtenerlo parece lícito suponer que el cuerpo se puede vender igual que se vende cualquier objeto.

Pero esta escala de valores, esta estratificación patriarcal y medieval de las mujeres no la podemos aceptar nosotras. No se puede aceptar desde el feminismo una semejante concepción de valores humanos en nuestra sociedad. Nos estamos jugando para el futuro una sociedad sin principios, sin normas, sin dignidad humana.

Por lo tanto, aunque en el debate que se pudiera entablar la ciudadanía decidiera que la prostitución se debe aceptar, para mi seguiría siendo inaceptable. Porque en las cuestiones de dignidad humana y de moral no siempre tiene razón la mayoría.

Luchar contra la indignidad, luchar contra la explotación de los seres humanos, luchar contra la opresión, ha sido la tarea siempre de una vanguardia pequeña, de gente esforzada, de gente que muchas veces ha sido víctima de esa lucha, perseguida por su defensa de la igualdad y de la dignidad. Pero sin embargo tenían razón. Y sea quien sea el que decida que se tiene que aceptar ese infame comercio, yo seguiré diciendo que es inaceptable. Y no me importan las votaciones que se realicen, y no me importan los resultados electorales, ni las mayorías que se puedan obtener, porque muchas veces las sociedades se han suicidado. Plantear que para que continúe nuestra sociedad española en la corrupción y la falta de normas morales que padece, deba existir un sector de mujeres, y tantas veces de niños y de hombres, que tengan que ser explotados sexualmente, para mí seguirá siendo inaceptable.



¿Os habéis quedado con ganas de más? Mirad lo que tengo guardado en la nevera: feminazis a saco, es el plato del día. Ale, que no sus indigeste, mwahahaha.

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