jueves, 30 de mayo de 2013

Pedro Brufao: “Si legalizáramos la prostitución, convertiríamos al Estado en el principal proxeneta”

"Cuando se regula la prostitución, se está reglamentando la explotación. Y no se puede regular el abuso".
Rocío Mora, Coordinadora de la unidad móvil de APRAMP

"La abolición de la prostitución es una cuestión de principios: si se vulneran los derechos fundamentales no puede haber derechos legales".
Pedro Brufao Curiel, Catedrático de la Universidad de Extremadura

"Ante la prostitución caben diferentes valoraciones morales, pero en sociedades democráticas como la nuestra las moralidades particulares no pueden conculcar esta igualdad de derechos (...) Plantear que la prostitución no puede ser una actividad socialmente aceptable porque atenta contra la igualdad y la dignidad de las mujeres es una afirmación basada en una determinada visión moral de la sexualidad. Lo que atenta a la igualdad y la dignidad son las condiciones en las que actualmente se ejerce este trabajo. Reconocer los derechos de las trabajadoras del sexo es una cuestión de justicia".

Hetaira, Colectivo en defensa de los derechos de las prostitutas



La concepción moral que se tenga de la prostitución no es un tema baladí, pues condiciona el abordaje legal subsiguiente. Como vengo mostrándoles, las conclusiones a las que llegan "pro" y "anti" prostitución resultan radicalmente distintas porque parten de premisas distintas. Es decir, si equiparamos prostitución con abuso, esclavitud o desigualdad, el resultado evidente será que habrá que combatirla con todos los medios a nuestro alcance. Del mismo modo, si entendemos que tras la prostitución se halla una situación de decisión personal, de libertad y que resulta equiparable a cualquier otra actividad laboral no nos quedará más remedio que aceptarla.

Cualquier persona que trate de informarse sobre "la realidad" de la prostitución en nuestro país, a poco que investigue se encontrará con que coexisten dos discursos enfrentados y totalmente irreconciliables (es de lo que vengo hablando en las últimas entradas): por una parte aquel que entiende que toda prostitución es explotación y abuso, concibiéndola como un "submundo" que una "familia normal" no tiene en mente, una humillación del ser humano en sí misma que conllevaría una automática vulneración de derechos fundamentales. Lo que nos encontraríamos es a menores prostituidas (incluso bebés) y mujeres atemorizadas por mafias de traficantes, "víctimas" que necesitan ser "rescatadas" a la vez que castigamos duramente a aquellos responsables de su situación: clientes, dueños de burdeles y traficantes. Evidentemente ante un panorama semejante no se nos puede ocurrir regular ("legalizar") la prostitución, pues sería lo mismo que dar carta blanca a la injusticia.

Por otra nos encontramos con quienes argumentan que la prostitución es una actividad legítima pues se fundamenta en un pacto voluntario, que su naturaleza sexual no debe empañar nuestra visión ya que muchas personas tienen una concepción de la sexualidad abierta y la prestación de servicios sexuales no les supone mayor problema. Afirman que quienes se prostituyen lo hacen, en su inmensa mayoría, por decisión propia y se muestran claramente contrarias a cualquier iniciativa que pretenda criminalizarlas a ellas o a su entorno (los clientes, empresarios y familiares que el anterior grupo se empeña en perseguir). No niegan que existan penalidades en este mundo, pero no las atribuyen a la prostitución en sí misma sino a las actuaciones que implementa la administración, a la minusvaloración social del trabajo sexual (se refieren a él como "el estigma") y a la falta de reconocimiento legal de su actividad. La solución entonces vendría de la mano de una aceptación social y legal de estas personas, no hacerlo sería continuar condenándolas a una vida de invisibilidad, rechazo social y abusos institucionales.

Un punto fundamental en la discusión sobre la prostitución se refiere a la voluntariedad de la misma. ¿Esta actividad es ejercida por personas que han tomado voluntaria y conscientemente una decisión o, por el contrario, han sido engañadas, coaccionadas e incluso esclavizadas para desempeñarla? ¿Por qué dependiendo de a quién preguntemos la historia que nos cuenten es una u otra? ¿Necesitan estas mujeres nuestra "ayuda" o, como algunos denuncian, las intervenciones "salvacionistas" las causan más perjuicios que beneficios?



Pues básicamente lo que estoy haciendo es presentarles a ustedes entrevistas, documentales, artículos y cualquier otro material que represente ambos puntos de vista para que se formen una opinión lo más sólida posible. Miren, no deseo que la gente piense como yo. Me conformo con que me escuchen, que conozcan unos y otros argumentos, luego cada uno ya decidirá a quién creer (o, mejor aún, crearse su propia opinión). Hasta donde conozco, ningún otro de los blogs sobre la prostitución sigue esta política sino que todos tratan de sustentar sus ideas de partida. Me parece muy bien que lo hagan, pero yo prefiero provocar en mis lectores la duda en vez del dogma. Ambas tendencias aseveran conocer la realidad de la prostitución de manera directa y combatir los mitos existentes, que el debate entre ellas está bloqueado (por supuesto, responsabilizando a la parte contraria) y que las medidas que proponen resolverían los problemas actuales mientras que si se hace caso a la otra parte las consecuencias serían dramáticas. ¿A quién hacemos caso?

Hoy les traigo la entrevista a un catedrático de derecho administrativo que nos advierte de los peligros de una "legalización" de la prostitución a la vez que muestra la sordidez de este "submundo". Quiero que observen en primer lugar su concepción de la prostitución como algo negativo "per se": como siempre significa humillación, discriminación sexual y las mil y una penalidades, no cabe hablar de voluntariedad por mucho que las propias prostitutas así lo aseguren: su consentimiento es inválido, se hallaría "viciado" como se dice en derecho y por tanto debe ser considerado irrelevante (punto en común de los "anti-prostitución", desoír a las prostitutas). La descripción que hace de la vida de las prostitutas y sus condiciones de ejercicio resulta verdaderamente dantesca y uno no puede menos que preguntarse cómo es posible que haya llegado a tal grado de conocimiento si aborrece semejante sub-mundo (oigan, es que el término me ha gustado mucho). Añade otros dos argumentos legales contra la legalización de la prostitución, uno el hecho de que estaríamos contraviniendo un Convenio de la ONU que obliga a España a seguir una política abolicionista y otro que, si se cobrasen impuestos, el Estado se convertiría en el mayor proxeneta.

A otra persona le admitiría estas dos últimas afirmaciones, pero no puedo aceptárselas a un catedrático pues -al menos en temas legales- no es un ignorante. Efectivamente, el gobierno español ratificó el mencionado convenio en 1962 y, si no lo denuncia previamente, no podría legalizar la prostitución. No voy a explicar los mecanismos legales para denunciar un tratado internacional porque supongo que el lector no estará particularmente interesado en el derecho internacional público (lamentablemente), pero sí quiero señalar que el gobierno del dictador Francisco Franco -todo un modelo de defensa de derechos fundamentales y ardoroso partidario de la igualdad de la mujer, como todos sabemos- se amparó en dicho tratado para promulgar la LPRS que permitía encarcelar a las prostitutas por el mero hecho de serlo. Por supuesto, por su propio bien. Esta Ley fue derogada en 1995 por entender que atentaba contra la libertad sexual, bien jurídico que la Constitución Española consideraba que prevalecía sobre la moralidad pública. O dicho en otras palabras, que el llamado Tratado de Lake Success -como reflejo más extremo de los postulados abolicionistas- tiene cabida en un sistema político autoritario como la dictadura franquista pero resulta absolutamente fuera de lugar en un país democrático. Considero que entra en abierta contradicción con la Constitución del 78 y, por tanto, deberíamos desvincularnos de las obligaciones entonces contraídas (que, por otra parte, no cumplimos). Por otra parte, el proxenetismo consiste en lucrarse del ejercicio de la prostitución ajena así que de eso proviene la escandalosa afirmación de Bufrao. Precisamente si la la equiparásemos a cualquier otro trabajo habría que eliminar ese delito del código penal (el proxenetismo no coercitivo ya ha estado despenalizado en España), no deberíamos alterarnos porque fuese fiscalizada. El Estado obtiene impuestos (y muchos) por el alcohol, un producto que ha sido moralmente muy mal considerado y legalmente prohibido. No puedo soportar ese doble rasero que lleva a escandalizarse por obtener ingresos de la prostitución y no de otra actividad.

Los partidarios de la prostitución alegan que las medidas prohibicionistas-abolicionistas lejos de ayudar a quienes ejercen esta actividad benefician a las "redes criminales" que se lucran de ella. Curiosamente la misma afirmación, pero al revés, la realizan sus oponentes: legalizar o regularizar la prostitución sería un "verdadero regalo para las mafias", según ellos. Nuevamente les pregunto, ¿a quién creemos? Todos somos contrarios a estas mafias organizadas, por supuesto, entonces... ¿cómo podemos combatirlas mejor?



El autor de 'Las miserias del sexo' alerta del abandono social y político de las prostitutas en España

Vida | 29/12/2011 - 00:22h
RAQUEL QUELART



España es uno de los destinos preferidos para el turismo sexual. Y es más, este negocio clandestino cuenta con una elevada aceptación social. Una prueba es que el 39% de los españoles ha recurrido alguna vez a los servicios de una prostituta, según denuncia la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituta (Apramp). Pese a no ser una actividad regulada, las mafias que trafican con personas operan a sus anchas. La crisis ha empeorado la situación, denuncia el catedrático experto en Derecho Administrativo de la Universidad de Extremadura, Pedro Brufao. El autor de Las miserias del sexo reabre el debate sobre qué hacer con la prostitución. Un problema, a la sombra de las prioridades de los ciudadanos y las autoridades, bajo el que se esconde el drama de centenares de mujeres maltratadas psicológicamente y vejadas.



¿Cuál es la situación legal de la prostitución en España en la actualidad?
La prostitución está abolida en España, en contra de la opinión infundada y tan difundida de que es alegal, basándose en criterios de que algunas actividades, como el ejercicio voluntario de la prostitución no está penalizado, pero el que no esté penalizado, no significa que sea legal. Está abolida desde que España firmó en 1949 un convenio de la ONU, la Convención por la Supresión del Tráfico de Personas y la Explotación de la Prostitución Ajena.

España es uno de los turismos preferidos para el turismo sexual. ¿Por qué?
Hay muchísimo turismo y hay una mayor laxitud legal, y en ese limbo jurídico las mafias de la prostitución hacen su agosto. Además, de manera notoria y evidente. Nada más hay que ver las luces de neón que lucen todos los prostíbulos en las carreteras.

Aunque se ejerza de manera clandestina, son muy visibles los burdeles y la prostitución en la calle. ¿Cómo es posible?
Porque nunca se le ha hecho caso, es un submundo que nunca se ha tratado y no ha recibido atención pública, ni de la sociedad civil, excepto casos esporádicos que intentan frenar esta lacra.

Pese a su envergadura, el problema no aparece entre las principales prioridades de los ciudadanos, a juzgar por las encuestas de opinión pública.
Si uno piensa en una familia normal, no lo tiene en mente, salvo que le afecte directamente por la mala imagen que la prostitución da a un barrio. Es un mundo paralelo a la vida visible que aflora, y ni se quiere hablar de ello ni nada, aunque afecte a centenares de miles de personas.

¿Cuáles son las soluciones que se barajan para acabar con el problema?
Los puntos de vista reglamentistas, abolicionistas y legalizadores se han sucedido a lo largo de la historia y no se le ha puesto fin, es una cuestión muy difícil de erradicar. Lo que sí que se puede hacer es limitar sus efectos, y sobre todo dar a la opinión pública y al principal causante de la prostitución, que es el cliente, el aviso de que estamos hablando de la dignidad humana, de derechos humanos, tales como la libertad y la integridad física. Es también una cuestión de discriminación sexual, ya que casi todas las víctimas son mujeres y el cliente casi siempre es varón, incluso, cuando se trata de prostitución homosexual.

¿Qué otras cuestiones de la prostitución son preocupantes?
Que la media de edad para empezar a prostituirse en España está entre los 14 y 15 años, aunque también hay bebés que los prostituyen sus padres. Me remito a los informes de la Guardia Civil de Criminología y de la Policía Judicial que aparecen citados en mi libro.


La cuestión principal es que hay una vulneración flagrante de derechos humanos. En España es posible comprar una niña o una mujer. Por supuesto, de manera ilegal y clandestina. Es una de las mayores humillaciones y no por haber existido siempre, tenemos que mirar hacia otro lado.

Don Pedro, como muchos abolicionistas, declara sin el menor rubor que la media de edad para empezar a prostituirse en España está en los catorce años. ¿Creen ustedes que está dibujando una imagen fidedigna de la prostitución o, por el contrario, trata de generar alarma social creando una imagen espeluznante de la misma? ¿Las historias que nos cuentan sobre la prostitución reflejan la dramática realidad de este espanto o son un cuento de terror con poca o ninguna base real? Opinen.



¿Por qué cree que la legalización no sería la solución?
El modelo holandés que se intenta copiar por parte de los que hablan de legalización ha tenido como resultado un aumento de la prostitución clandestina. Es decir, no ha sido una solución.

¿Y qué consecuencias negativas podría tener la abolición de la prostitución?
En el caso sueco, donde se penaliza al cliente, el principal prostituidor, lo que se ha conseguido es un efecto frontera, es decir, el problema se traslada a otros países, como Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania o Noruega. Por lo tanto, la abolición se tendría que llevar a cabo de manera coordinada, y sobre todo es una cuestión de principios: si se vulneran los derechos fundamentales, no puede haber derechos legales.

Pero hay quien argumentará que hay mujeres que han decidido ser prostitutas por propia voluntad.
La esclavitud infantil laboral no se pude legalizar porque volveríamos a la Inglaterra de Dickens, aunque participe voluntariamente el niño y su familia, que depende de ese sueldo, no podemos admitirlo; la compraventa de órganos voluntaria está penalizada y es clandestina en España. Por lo tanto, la voluntariedad no es argumento ni jurídico, ni ético, ni moral, para permitir este tráfico de seres humanos, del tratamiento como ganado de la persona, y eso un Estado de Derecho no lo puede consentir en el siglo XXI.

¿Considera, pues, que no es suficiente la voluntad de una mujer de dedicarse a la prostitución para regularla o legalizarla?
La voluntad que aflora es una voluntad supuestamente libre, pero cuando una prostituta está intentando devolver a la mafia que la ha traído a Europa Occidental una cantidad ingente de dinero, cuando recibe palizas, cuando un transexual que nadie le da trabajo, sobre todo en crisis económica, no encuentra otra salida, ¿se prostituye porque quiere o porque no tiene más remedio? Lo mismo que un pobre que vende un riñón o una córnea. Un estado de Derecho moderno, cuya guía es la defensa de los derechos fundamentales, no puede dar amparo jurídico a todos estos ejemplos. Estaría socavándose su propia base.


La postura "anti" niega el reconocimiento laboral a las prostitutas y la equiparación de su actividad al resto. Sin embargo ellas manifiestan llevar una vida tan "normal" como cualquiera (ir al trabajo, volver a casa, cuidar de sus hijos...). ¿Existen motivos reales para discriminarlas? Y si los hay, ¿son confesables o han de esconderse tras una cortina de moralina?



¿Cuál sería la base del problema?
Simplemente, que este es un tema tabú, no hay una política general, amplia, financiada. Tampoco hay una aceptación del problema por parte de la sociedad, los tribunales o los poderes públicos. Ahora empieza a surgir.

O sea, que no sólo hay corrupción económica en España, también se hace la vista gorda en este asunto.
Hombre claro. Si los prostíbulos son visibles en cualquier carretera, ¿qué ocurre? ¿Nadie va más allá? La aceptación social hace que tengamos ordenanzas municipales, que son normas reglamentarias, que seudo-legalizan la prostitución a través de clubes de alterne con licencia, que no van más allá del mero formalismo jurídico.

Explíquese.
Tenemos sentencias del Tribunal Supremo que dicen que es una actividad que podría regularse, pero se olvidan de que hay un convenio internacional ratificado por España y hay reglamentos europeos que hablan de la persecución del delito de trata. Los jueces, pongo ejemplos de sentencias, no pueden ponerse las anteojeras y decir que el alterne es una relación laboral, cuando se está condenando a una mujer en condiciones de inferioridad a que se alcoholice.


Además, el alterne lleva a la prostitución en casi todos los casos, más allá de la cortinilla del club o del burdel está la prostitución. No se le puede dar ni un atisbo de amparo legal y por eso critico esa línea jurisprudencial.

¿Qué tipo de responsabilidad tiene el cliente en la prostitución?
La principal: si no hay demanda, no hay oferta. Se debería de perseguir al cliente, cuando en la práctica se persigue a la prostituta; a la víctima de la prostitución, se la acosa, se la apalea, no hay medidas cautelares de protección y se la expulsa del país. Lo tiene dificilísimo para denunciar a los proxenetas.

Otro punto de confrontación directo entre los "pro" y "anti" prostitución es el que concierne a los clientes. Puesto que el pacto es voluntario para los primeros, su conducta no debería ser sancionada. En cambio los segundos, al entender que la prostitución conlleva intrínsecamente toda una serie de males y miserias, piden su penalización.



De hecho, son pocas las denuncias de prostitutas hacia las mafias o proxenetas que abusan de ellas.
Si no se les atorga el carácter de testigos protegidos, ¿quién va a salvar sus pellejos? Las mafias consiguen localizar y obtener la identidad real de estas mujeres. Para amenazarlas, los proxenetas son capaces de asesinar a sus familias, en el caso de las prostitutas nigerianas. Claro, la situación es de tal horror que prefieren el menor mal, y al menos consiguen algo de dinero para enviar a sus casas. Pero lo principal es que estamos ante una vulneración terrible de los derechos más indispensables del ser humano, como son la libertad y la integridad física. Son esclavas.

Y no es una exageración.
Cuando tienen el período, aprovechan para enviarlas de un burdel a otro, es decir, son como ganado en máxima producción, incluso, las trasladan de España a otro país europeo. Las víctimas desconocen el idioma. El movimiento está pensado para que no arraiguen en ningún sitio. En verano pueden tener 20 relaciones sexuales en un día y, también, están psicológicamente machacadas.

¿Cuántas prostitutas se calcula que hay actualmente en España?
Las cifras bailan, pero la estimación media habla de 300.000.

¿Cuánto dinero genera para la economía sumergida la prostitución?
Se calcula que mueve unos 18.000 millones de euros al año en España. Si la legalizáramos, convertiríamos al Estado en el principal proxeneta.

¿Cómo está afectando la actual situación económica a la erradicación del problema?
Con la crisis hay un repunte de la prostitución de mujeres españolas. La prostituta generalmente es pobre, por tanto, la prostitución es la victimización de la pobreza y la humillación del ser humano. Y no quiero entrar en el falso debate de que hay mujeres y prostitución de lujo: mire usted, esto es el mínimo porcentaje. Aquí de lo que se trata es que la pobre se prostituye. Además, esperando horas y horas en un burdel o en la carretera, pasando un frío de muerte, sometida a la vejación o al ataque de cualquiera.

Para una parte de la ciudadanía, la prostitución resulta desagradable más allá de las circunstancias en las que se desarrolle. Se trataría claramente de un problema moral, pues dañaría su sensibilidad, se sienten ofendidos al convivir con personas que viven de su sexualidad. Del mismo modo, históricamente han existido personas que han luchado activamente contra la igualdad de personas de otras razas, países u orientaciones sexuales (como sucede en Rusia, por hacer referencia a un tema de actualidad) simplemente porque les asqueaban. Desde luego mi lugar no está entre los intolerantes, sino con los agredidos.



¿Es lo que a la sociedad le molesta de la prostitución?
Sí, es la que más se ataca porque es la más visible. Por supuesto, no es agradable tener en la puerta de tu casa a tres prostitutas y al chulo esperando en la esquina. Pero, ¿qué es lo principal: proteger a estas víctimas o tranquilizar a ciertas mentes?

Así pues, ¿la prostituta también es maltratada socialmente?
Sólo hay que recurrir al rico repertorio hispano sobre insultos relacionados con la prostitución para entenderlo. Una muestra patente de la denigración secular de este aspecto de la sociedad.

Dicen que el de puta es el oficio más antiguo del mundo.
No, es la esclavitud más antigua del mundo.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Foro sobre explotación sexual en Madrid

Por supuesto, sin prostitutas. O al menos no entre los ponentes, que como dicen los abolicionistas siempre se les cuela algún "intruso".

He tenido la suerte de enterarme del comienzo de esta serie de ciclos que se celebrarán en Madrid durante los próximos dos meses, comenzando este mismo domingo. Ya sabéis que soy un tío inquieto, con unos intereses un tanto "particulares" (vulgo "frikis") y además de la prostitución me van otros temas de esos que la gente denomina "sociales" pero yo, que soy un induvidualista consumado y rehuyo semejante término, denomino relativos a derechos y libertades fundamentales (y que me afectan A MÍ personalmente en cuanto ciudadano de un Estado que no los respeta).

Bien, pues uno de estos asuntos es el de los CIEs, los Centros de Internamiento de Extranjeros que considero una verdadera vergüenza indigna de un Estado de Derecho Democrático (las cárceles son -o deberían ser- para los delincuentes, un "sin papeles" únicamente comete una falta administrativa que desde luego no puede conllevar la privación de libertad y menos en las condiciones que tienen lugar en este tipo de centros). Además, es una realidad que han sufrido personas con quienes he mantenido estrecho contacto lo cual me ha permitido conocer las situaciones abusivas que tienen lugar en los CIEs.

Una de las asociaciones que se han significado claramente contra la discriminación existente contra los inmigrantes, reflejada a nivel institucional en la existencia de estos CIEs, es la "Plataforma a desalambrar". Les conocí porque realizaban una especie de actuación mostrando su disconformidad con las actuales leyes de extranjería en el centro de Madrid (plazas de Sol y Jacinto Benavente, conocidas zonas de prostitución callejera). Así que me acerqué a ver qué decían y lo cierto es que me gustó mucho su iniciativa, la cual no puedo menos que respaldar. Como liberal soy contrario a toda limitación al libre movimiento de personas, mercancías y capitales.

Pues bien, esta asociación realiza una serie de ciclos dedicados a dar a conocer otra de las "injusticias" existentes en nuestra sociedad: la explotación sexual. Lo harán a través de distintas miradas (presumiblemente con el mismo punto de vista), un vídeo (claramente tendencioso) y las ponencias de personas que trabajan con-tra estas mujeres (y que usurpan su voz). Vale, creo que va a ser la bazofia "anti"prostitución habitual aunque quizá con algo más de buenismo ingenuo que con la maldad planificada de las abolicionistas. Pero miren, si quieren ir y conocer su "acercamiento a la realidad de la prostitución" ahí lo tienen. Considero que todo el mundo tiene derecho a defender y expresar sus planteamientos, no me molesta para nada publicitar a quien no comparte los míos. ¿Cuándo nos tolerarán del modo que nosotros hacemos con ellos?


Entradas de este blog relacionadas:
- Charla sobre explotación sexual en el Ayuntamiento de León (uno de los poquísimos encuentros entre una asociación "pro" como ACLAD y una "anti" como APRAMP)
- Análisis de "Miente", de Isabel de Ocampo (corto que se proyectará en la primera sesión).
- Y de su película "Evelyn", también sobre la trata (curiosamente Isabel trata a las prostitutas de desequilibradas mentales, cuyas palabras no tendrían validez alguna).

lunes, 20 de mayo de 2013

Los discursos sobre la prostitución

"La solución, desde mi punto de vista, es empoderar a las mujeres y favorecer que la mujer sea gestora de su propia sexualidad y de sus discursos. La prostitución tienen que defenderla las prostitutas, no pueden venir señoras que no han sido prostitutas ni han visto una prostituta en su vida a darnos lecciones (...) La fórmula, desde mi punto de vista, es precisamente la que nunca se ha dado: que es respetar a las prostitutas (...) a partir del respeto se pueden tomar medidas, sin el respeto, desde luego, jamás". 
Beatriz Espejo, una señora puta



Un aspecto muy llamativo de la prostitución es la descripción y valoración que se hace de ella desde diferentes sectores. Toda aquella persona que se haya interesado mínimamente en los discursos existentes sobre el sexo de pago habrá hallado que existen dos grandes facciones que ofrecen una visión radicalmente opuesta de este fenómeno. Ambas proclaman tener razón y representar los auténticos intereses de las prostitutas mientras acusan a sus adversarios de perjudicarlas (tengan o no la intención de hacerlo).

Estos dos "bandos" son los que la escritora Beatriz Gimeno denomina "anti-prostitución" y "pro-prostitución", términos que considero tan sumamente descriptivos que me he apropiado de ellos. Los "anti" comprenden a todos aquellos que consideran la prostitución como una actividad degradante, indigna e indeseable. Se escudan en múltiples justificaciones (motivos de orden público, morales/ideológicos, estéticos, derechos de la mujer, lucha contra el crimen organizado, por su propia protección y seguridad...) para impulsar toda una serie de medidas que, dicen, están encaminadas a disminuir y eventualmente erradicar este fenómeno de nuestra sociedad. Quienes critican este planteamiento ven en estas acciones un ataque a las prostitutas y su entorno, cuyo resultado sería empeorar sus condiciones de vida y trabajo. Algunos hasta denuncian que bajo sus aparentemente bienintencionadas excusas lo que se esconde es un profundo rechazo hacia las prostitutas.

Por su parte los "pro" vendrían a ser aquellas personas cuyo común denominador consiste en entender la prostitución como una realidad aceptable, con la que podemos convivir pacíficamente. Piensan que las decisiones personales, aunque indudablemente puedan estar condicionadas, han de ser respetadas y que la decisión de qué hacer con su cuerpo, tiempo y dinero únicamente compete a cada individuo. Llegan a afirmar que no se encuentra en oposición a los valores de igualdad, libertad y respeto hacia la mujer como los "anti" proclaman, e incluso activistas como Beatriz Espejo señalan su "papel liberador" frente a una sexualidad tradicional. Sus detractores consideran que esto es inadmisible, puesto que la prostitución no reúne las condiciones para ser considerada un trabajo y que tal equiparación le hace el juego a los explotadores (mafias de trata y clientes-prostituidores) y no beneficia en nada a las víctimas del horror de la prostitución, que sólo quieren salir de allí. Bueno, eso lo dicen los "anti" más moderados, hay otros que directamente consideran a las putas "basura" y les niegan cualquier derecho porque "están muertas". Pero este discurso tan radical sería muy impopular, y no lo he escuchado en público (sólo en mi casa).

Los "anti" argumentan que la prostitución no debe ser tolerada al igual que no se acepta la esclavitud. No se puede hablar de elección voluntaria cuando, como asevera Jose Miguel Vila, "9 de cada 10 mujeres que ejercen hoy la prostitución, han entrado en el sector presionadas de forma violenta por proxenetas o por mafias organizadas".



Para los "pro" la prostitución es el resultado de una opción personal, pudiendo llegar a considerarse altamente satisfactoria pues permite realizar los proyectos de vida personales. Esta concepción de la prostitución se opone frontalmente a la sostenida por los "anti", y vendría respaldado por las propias prostitutas quienes -según Beatriz Espejo- "odian el discurso abolicionista("anti" prostitución). TRADUCCIÓN: ELIJO EL TRABAJO QUE SE ADAPTA A MIS NECESIDADES.



El punto que resulta más chocante es el referido a la imagen que transmiten de la prostitución  Mientras los "anti" sostienen que es muy difícil hallar prostitución "voluntaria" (aseverando que la gran mayoría,  o incluso la totalidad, de las prostitutas ejercen bajo coacción directa) y que estas mujeres por lo general están sometidas a redes mafiosas, los "pro" dicen que ellos lo que se han encontrado siempre es con mujeres que hacían esto porque querían, que ni sufren traumas, ni están obligadas ni hallan inconveniente alguno en practicar sexo por dinero. Mientras los "pro" separan esos dos conceptos, el de prostitución voluntaria y forzada (la forzada no sería prostitución sino esclavitud sexual), los "anti" entienden que toda prostitución es esclavitud, violencia y abuso. De hecho, declaran que no hay que distinguir entre esa supuesta prostitución voluntaria y la trata (la trata es el tráfico de seres humanos con fines de explotación sexual, la prostitución forzosa). A ver, como antes he de reconocer que estoy generalizando ya que ambos grupos son muy heterogéneos y hay "pro" prostitución que creen a pies juntillas en la existencia y amplia difusión de mujeres forzadas a prostituirse, y "anti" que están convencidos de que las putas han escogido su (mal) camino, pero que son unas guarras indecentes a quienes hay que enseñar buenos modales a la fuerza. Mientras los "pro" equivaldrían a lo que la doctrina denomina "regulacionistas", aquellos que consideran la regulación de esta actividad como un mal necesario y priman ante todo los derechos de la administración pública frente a los de las prostitutas son los conocidos como "reglamentaristas". Y los "anti" comprenden no sólo a los "abolicionistas" sino también a los "prohibicionistas", quienes abiertamente pretenden perseguir a las prostitutas (nuevamente anteponiendo los intereses de las autoridades a los de la ciudadanía). No sorprende pues que, aunque en el debate prevalezcan las tesis regulacionistas y abolicionistas, en la práctica sean implementadas políticas públicas de corte reglamentarista y prohibicionista.

Retomando el tema, no sólo sucede que el discurso sobre prostitución se halla tremendamente polarizado, sino que además la descripción que se hace de este fenómeno resulta ser por completo discrepante. O las chicas vienen porque quieren o lo hacen forzadas, mediante raptos, engaños o amenazas. A ver, las dos cosas no pueden ser. En primer lugar habrá que conocer la realidad tal y como es, y luego ya podremos opinar. ¿Cómo es posible que cuenten cosas tan diferentes unos y otros si, en principio, la realidad debería ser objetiva? Rocío Nieto, de APRAMP (Asociación para la Reinserción y Atención a la mujer Prostituida) asegura no conocer una sola prostituta voluntaria cuando lleva 25 años trabajando con estas mujeres. Bueno, es una opinión sin duda de peso ya que proviene ni más ni menos de alguien que ha trabajado toda su vida con prostitutas y, hoy por hoy, preside la asociación más conocida de toda España. Vale. Pero resulta que llega Ignacio Pardo de CATS (Comité de Apoyo a las Trabajadoras Sexuales) y cuenta que está haciendo lo mismo y a lo largo de su vida sólo ha hallado un caso de prostitución forzosa. Pero bueno, esto es de locura. ¿A quién creemos? ¿Por qué ven cosas tan distintas? Resulta llamativo el propio nombre de las asociaciones, que muestra la predisposición con la que se acercan a este fenómeno. Una busca "reinsertar" a "mujeres prostituidas" (ergo ejerciendo en contra de su voluntad), otra "apoyar" a "trabajadoras sexuales" (se concibe la prostitución como un trabajo). De acuerdo, entiendo que todos tengamos nuestras filias y fobias ideológicas. Pero... ¿hasta el punto que alteren la percepción de la realidad? ¿Por qué Rocío, o Nacho, o cualquier persona/institución/asociación da unas cifras u otras respecto al porcentaje de personas que ejercen la prostitución? ¿Lo hacen porque, efectivamente, es lo que ven? ¿O están mintiendo? Si dicen la verdad, ¿a qué se debe que nos trasladen una imagen tan distinta de este fenómeno, parten de definiciones distintas de lo que es "obligatoriedad"? Si tratan de engañarnos, ¿ qué motivos podrían tener?

Estos fortísimos contrastes los podrán ver en el vídeo que les tengo preparado:




Bien, más que tratar sobre la "prostitución en España" lo que se nos muestra son los posicionamientos teóricos mayoritarios que existen al respecto. Hay que hacer notar que los gobiernos de España (tanto el anterior del PSOE como el actual del PP) se han comprometido firmemente con las tesis abolicionistas negándose a reconocer la prostitución como una actividad laboral legítima e implementando actuaciones que centran la intervención pública en la "lucha contra la trata".

La primera parte nos muestra un típico debate entre los dúos Lydia Falcón/Jose Miguel Vila (sector "anti") y Raquel Hurtado/Raul Gonzalez (como buenos "pro" son un buen par de momios que se dejan comer la merienda). Podéis apreciar que los "anti" proclaman que la prostitución "carece de la dignidad humana que debe tener un trabajo", que "la corriente que pide la regularización esta impulsada y financiada por las mafias de la prostitución" (lo que no se puede negar es que la que clama por su abolición ha estado generosamente subvencionada por las administraciones públicas), que "la prostitución tiene consecuencias devastadoras para ellas y para la sociedad" (ojo, perjudica también a la sociedad, así que cualquier prostituta voluntaria sería una antisocial como así las consideraba el régimen franquista, que por cierto suscribió el Tratado de Lake Sucess tan admirado por las "anti" y coincidía en sus planteamientos con ellas: el fascismo de Franco resulta curiosamente coincidente, tanto en el fondo como en las formas represivas, con el comunismo de Lydia), que "las prostitución provoca secuelas psicológicas de todo tipo que la persona arrastrará toda su vida" y  que "las prostitutas son personas absolutamente desgraciadas, que se encontraban donde estaban de forma absolutamente involuntaria". El corolario a todo ello es que no podemos admitir un fenómeno tan indiscutiblemente negativo y hemos de poner todos los medios necesarios para combatirlo, incluyendo los represivos. Lydia lo expresa sin ambages, se trata de emplear los medios coactivos del Estado para combatir tanto a las mafias como a las propias prostitutas. Poco o nada importa lo que digan, ya que "las que se engañan son ellas", son capaces de decirnos que se prostituyen voluntariamente cuando no es cierto. El discurso "anti" funciona negando la voz de las prostitutas, justificándose unas veces porque "están amenazadas" y entonces obviamente no van a poder hablar y otras porque ellas mismas han quedado "alienadas" (término comunista que significa que tienen una "falsa conciencia") como resultado de su degradante actividad y no se reconocen como víctimas. Así que, en su propio beneficio, hay que salvarlas lo quieran ellas o no. La Ley debe considerar su consentimiento irrelevante (medida que aprobaron "los fachas del PP", ¿recuerda ud, Sra.Falcón?), y la fiscalía perseguir de oficio a las mafias aunque no exista denuncia de parte. Yo me pregunto, ¿cómo es posible que conozca la existencia de estas organizaciones criminales si el testimonio de las prostitutas no es fiable?

De acuerdo a la Ex-Ministra Bibiana Aído, "El imaginario de una mujer que se dedica a la prostitución libremente no se corresponde con la realidad. Nueve de cada diez mujeres son forzadas, y han sido victimas de la trata". Una parte fundamental de la ideología "anti" consiste en sostener la existencia del fenómeno de la trata. Es una estrategia extremadamente útil porque, por una parte, permite respaldar las actuaciones del sector público (para "liberar" a estas mujeres) y por otra desoírlas, ya que estas mujeres no tendrían voz. No es que no la tengan, es que las abolicionistas se la roban. 



Un aspecto muy curioso respecto al fenómeno de la prostitución es el que han detectado varios académicos, como la antropóloga Dolores Juliano quien ha declarado que "Las prostitutas mueven cantidades muy importantes de dinero, lo que las coloca en el centro de las estrategias apropiativas de distintos actores legales e ilegales". Sorprendentemente han podido atestiguar que no sólo no sufren abusos por parte de quienes se teme en principio (redes de trata de personas, clientes y dueños de clubes) sino que la violencia ejercida en su contra proviene de actores que, en principio y en teoría, deberían actuar en su beneficio y para su protección. Como comenta Beatriz Espejo con absoluta clarividencia, el proxenetismo viene favorecido por la mentalidad social y política. TRADUCCIÓN: NADIE FASTIDIA MÁS A LAS PROSTITUTAS QUE EL GOBIERNO.



Por último no podemos dejar de tener en cuenta el grado de visceralidad que alcanza su rechazo a la prostitución. Las preguntas como la de si "¿Queremos que nuestros hijos sean clientes y nuestras hijas prostitutas?" o "¿Alguno de los que estamos aquí querríamos que nuestra hija, madre, hermana fuese prostituta?" lo que demuestran no es la "hipocresía social" sino sus propios prejuicios. En el mismo vídeo podéis comprobar cómo Bea Espejo se proclama puta sin el menor reparo (de hecho ha escrito un magnífico libro llamado "Manifiesto Puta" que aprovecho para recomendaros encarecidamente, ha resultado ser una de las mejores reivindicaciones de la prostitución que he tenido el placer de leer). Obviamente la prostitución cuenta con muy mala fama, es un tabú social. Como lo fue en su día la homosexualidad. Hoy sería tachado de retrógrado quien afirmase "sería una desgracia que mi hijo saliese marica", ¿verdad? Pues así de anacrónicas resultan las preguntas retóricas que Lydia formula.

Al menos el señor Vila dice haberlas escuchado (que no visto, de hecho no puede porque está ciego). Y aquí viene un punto de confrontación fundamental. Asegura, plenamente convencido, que ha podido constatar que las cifras manejadas por el Instituto de la Mujer se corresponden con la realidad. Los "pro" se extrañan de que sólo conozca una prostituta voluntaria cuando ellos sí que han escuchado en primera persona a varias de ellas opinando que "tienen un discurso bastante empoderado y hablan desde la libertad". Vaya, eso no nos cuadra. Debe ser que los "anti" han indagado más en esta realidad porque han encontrado cosas (existencia de mujeres forzadas a prostituirse) que los "pro" aún no han llegado a descubrir. Pero, cosa curiosa, resulta que ciertos "pro" han realizado extensos, intensos y profundos trabajos de campo (por ejemplo Marta Casal Cacharrón, Raquel Osborne Verdugo, Silvia García Corbalán, José Luis Solana Ruiz, José López Riopedre o Ignasi Pons i Antón) y no han podido verificar los guarismos que los "anti" invocan. De hecho, han constatado lo contrario, que la prostitución forzosa es la excepción y no la norma. E incluso que ciertos abusos cometidos contra las trabajadoras sexuales, como la existencia de extorsiones policiales, son totalmente silenciados por el sector "anti". ¿Quién dice la verdad y quién miente? Pues el lector decidirá, en otras entradas doy más mi opinión pero en esta deseo limitarme a presentar los hechos de la manera más objetiva y completa posible.

Bueno, un poquito de opinión si que voy a dar. Y es que me sabe mal que el Vila les haya cazado con su pregunta. ¿Recuerdan? Vaya, si entendemos la prostitución como vía de escape a la represión sexual, ¿cómo es posible que cada vez exista mas prostitución y que los varones se inicien en estas practicas lo antes posible, en un momento en que España disfrutamos de un enorme grado de libertad sexual? Oigan, Carmen Bravo (una supuesta "pro") les compra su discursito de la prostitución "como reflejo de la sociedad patriarcal" y afirma que "a ninguna de las personas que estamos aquí nos gusta" (habla en plural, típico de los colectivistas). Bueno, respondiendo a esa pregunta soy de la opinión de que precisamente debido a un aumento de la libertad sexual aumenta la prostitución. No hay ninguna contradicción, porque prostitución es sinónimo de libertad y no de represión (la reprimida es la Falcón, que no debe haberse dado una "alegría" desde hace años). Aumenta la libertad de una sociedad y por tanto se ofrece más sexo, efectivamente, señor Vila. ¿Y qué más? También se demanda más, y como la demanda aumenta aún más que la oferta (pues como declara Bea Espejo la sexualidad femenina tradicionalmente ha sido muy constreñida, y aunque las costumbres se van liberalizando todavía lo hacen muy lentamente) es lógico que se incremente la prostitución para cubrir ese nicho de mercado. A mí todo me cuadra. A los "anti" la realidad les rompe los esquemas porque parten de fantasías.

Lydia Falcón considera saber lo que conviene a las prostitutas mucho mejor que ellas mismas. El movimiento "anti" comparte esa idea de salvación mesiánica, como se puede observar en esta concentración frente al Parlamento francés que fue duramente contestada por las propias prostitutas. Llama poderosamente la atención que vean a sus "protegidas" manifestarse en su contra y ni aún así las hagan caso. ¿Tan seguras están de la bondad de sus sentimientos? ¿O podrían esconder otros intereses tras ellos? TRADUCCIÓN: ABOLAN LA PROSTITUCIÓN.



En clara contraposición con la connotación peyorativa que tiene la prostitución para los "anti", los "pro" buscan dignificar el término. En palabras de Bea Espejo: "Para mí puta es una palabra bellísima, representa el dominio que tú tienes sobre tu sexualidad al margen de lo establecido".



Finalmente el documental acaba con las devastadoras entrevistas a dos "pro" de verdad, con las ideas bien claras y las agallas suficientes para enfrentar el discurso "anti". Marcela Torres, de Ámbit Dona, cuenta cómo son las propias prostitutas quienes consideran su actividad como un trabajo. Es decir, no se tiene la idea de que la prostitución sea un trabajo basada en ideas, prejuicios o teorías, sino que quien ha conocido este mundo directamente sabe que es lo que las chicas piensan (bueno, matizo, aquellas que llevan un cierto tiempo pues hace falta un periodo de adaptación para acomodarse al desempeño de esta actividad y aún más para desarrollar lo que yo llamo la "identidad puta" que caracteriza a las activistas "pro"). Señala que donde sí se detecta hipocresía es en que la explotación sólo quiera verse en el mundo de la prostitución y también nos cuenta qué hubo detrás de las fotos de la boqueria (el ayuntamiento cerró los locales donde las chicas se atendían), pues fácilmente se culpa a las chicas de causar problemas cuando generalmente quienes los provocan son las autoridades.

Por su parte, Beatriz Espejo pega un repaso de arriba a abajo al "castrante feminismo institucional". Si disponen de poco tiempo para ver todo el documental quédense sólo con esta última parte ya que es soberbia y todo un despliegue de sensatez. Rechaza el feminismo bipolar que aplica distinto rasero a hombres y mujeres (mira, como Toni Cantó... también he de hablar de este buen hombre). A diferencia de la Falcón, pretende que las prostitutas tengan voz pues razona con toda lógica que si quienes las detestan van a ser quienes regulen su actividad no las beneficiarán. Eso me lleva a preguntarme si la señora Falcón puede tener un interés distinto al de "perseguir a las mafias". ¿Qué se conseguiría con una legislación como la que ella propone? Venga, no os voy a dar todo mascado, quiero que a este pregunta me contestéis vosotros.

Por supuesto, al no respetar las decisiones de las mujeres estarán desprotegidas (si no conocemos sus problemas, mal vamos a poder "ayudarlas"). Y al estar desprotegidas, "es fácil que medren sectores que se aprovechan de las prostitutas". ¿A qué puede referirse Beatriz? No sé, no sé... ¿Qué es una constante en las protestas de prostitutas? A ver si habéis estado atentos a la lección de hoy. Y ya que dice que hay que empoderar a las mujeres y permitir que gestionen sus discursos, he recopilado una serie de imágenes con varias de sus protestas (recuerden que pueden ver la imagen a tamaño completo pinchando en ella):

 "Basta de acoso policial". ¿Menos intervención de los agentes del orden? Vaya, justo lo opuesto de lo que diagnostica Doña Lydia. ¿En qué se traduciría ese aumento de poder que promulga para las fuerzas de seguridad? ¿Sobre qué asunto proviene la mayor parte de las quejas de las trabajadoras sexuales?



Ostras, Pedrín. "Multar no nos libera". Relacionan la actuación concreta de las autoridades (multas) con el discurso "anti" que declara pretender liberarlas. Pues vaya, curiosa forma de hacerlo. ¿Quizás será que no se lo creen mucho? Pero... eso significaría que nuestros políticos dicen una cosa y hacen otra, que enmascaran sus verdaderas intenciones y que no están interesados realmente en ayudar a los más desfavorecidos. Que no son unas personas altruistas con vocación pública que se desviven por sus ciudadanos sino unos sinvergüenzas a quienes no les importamos un pimiento. Pues sí, eso significaría. 



Esta señorita pide que la legislación no la toque el c...uerpo. El feminismo defiende el respeto a la decisión personal de la mujer a la hora de hacer con su vida y su cuerpo lo que quiera: abortar, tener múltiples parejas, acostarse con otra mujer... Todo eso me parece muy bien y lo apoyo (no porque sean mujeres, sino como individuos libres e independientes). Pero cuando llegamos al tema de cobrar por prestar servicios sexuales ya no, no vale el mismo razonamiento. ¿Quién está siendo hipócrita, señora Falcón? ¿Algún feminista me puede explicar esta falta de coherencia? TRADUCCIÓN: APARTAD VUESTRAS LEYES DE MI CUERPO (la protesta se refería al trabajo sexual, como atestiguan los paraguas rojos del fondo).



Anteriormente mencioné la respuesta de las prostitutas a la iniciativa abolicionista francesa de prohibirlas captar clientes y sancionar a éstos. Nuestras aspiraciones se resumen en esta foto, donde una de estas mujeres pide respeto y reconocimiento de derechos tanto a las prostitutas como a sus clientes. TRADUCCIÓN: LAS PUTAS Y (SUS) CLIENTES ASUMEN SU ELECCIÓN Y RECLAMAN SUS DERECHOS.

jueves, 9 de mayo de 2013

Contra la penalización de los clientes de prostitución

"Bajo el argumento hipócrita de querer protegernos, nuestras voces son ahogadas; la libertad de disponer de nuestros cuerpos nos es negada; la igualdad de derechos en materia laboral nos es confiscada".

"La mayor de las ayudas que necesitamos de vuestra parte es que no penalicéis a nuestros clientes y que retiréis las leyes hipócritas contra el proxenetismo".

"Nuestros riesgos no proceden de nuestros clientes, sino de vuestros buenos sentimientos".

Marianne CHARGOIS, trabajadora sexual y contorsionista



Lo que me hace volver por aquí es el comunicado que una prostituta francesa ha enviado a la comisión de Asuntos Sociales del Senado, donde se está preparando un informe sobre sobre «la situación social de las personas prostituídas» en el cual se valora la posibilidad de multar a sus clientes.

No ha podido decirlo con mayor claridad, este tipo de medidas lejos de ayudarlas perjudican gravemente a las prostitutas causándolas “daños considerables y dificultades intolerables”. Además de oponerse a la criminalización de los clientes exige la derogación de las leyes contra el proxenetismo que las “impiden tener una vida decente y trabajar de forma aceptable”. Lo que vengo diciendo por activa y por pasiva durante años, que ese tipo de medidas “proteccionistas” son tremendamente hipócritas porque mientras, en papel, declaran su firme voluntad de ayudar a estas personas luego en la realidad resultan ser empleadas en su contra. Por ejemplo, la lucha contra el proxenetismo sirve para justificar el acoso que reciben familiares, parejas o amistades de las prostitutas (incluidas compañeras) por parte de las autoridades.

Comparto su crítica, ya que parte de una realidad fácilmente constatable. Y no es que lo digan las chicas, las consecuencias de las políticas abolicionistas han sido descritas por multitud de profesionales (trabajadores sociales, antropólogos, sociólogos…) que las han analizado: en vez de proteger a las prostitutas, las "discriminan y estigmatizan".


En vez de la estrategia de ocultación que siempre hemos seguido los clientes y que favorece la agenda política abolicionista (nos convierte en un colectivo marginado, dividido, desorganizado y por tanto débil), ciertos puteros como TORBE han decidido dar la cara y mostrar que no somos unos abusadores ni unos cafres.



Pero también discrepo en varios puntos fundamentales de su exposición. No creo que el motivo último de esta cruzada contra el trabajo sexual resida en cuestiones morales, como señala el texto. Sí que emplea esta clase de argumentos como tapadera, para encubrir oscuros e inconfesables intereses (de naturaleza fiscal, como vengo diciendo en este blog). Obviamente siempre que se va a cometer una injusticia, un atropello, un abuso, es necesario emplear una justificación. Siempre queda mucho más bonito detrás de pomposas palabras, si declaramos defender la dignidad de la mujer o luchar contra la esclavitud sexual, ¿quién no va a compartir tan altas aspiraciones? Con tan noble fin como bandera, ya podremos luego perpetrar toda clase de perrerías.

Ya está todo inventado, si quieres llevarte el dinero calentito nada mejor que utilizar una buena excusa como pagar EREs a parados, financiar ONGs para niños discapacitados u organizar cursos de formación. ¿Podemos creer que un político que se lleva comisiones ilegales, un mangante que emplea una fundación fantasma para defraudar o un partido que se financia ilegalmente desviando fondos “se han equivocado”? ¿O es que DESDE EL PRINCIPIO lo que tenían en mente era sacar tajada? Llámenme malpensado si lo desean, yo lo denomino realismo.

Así que creo que del mismo modo que un mangante se inventa cualquier excusa para estafar, empezando por la sonrisa y terminando por la amenaza, los abolicionistas no han tenido, ni tienen, ni tendrán buenos sentimientos. No están equivocados, cuando resulta que sus políticas tienen unas consecuencias reales diametralmente opuestas a las declaradas no se llevan las manos a la cabeza exclamando “¡pero qué hemos hecho!”. Saben perfectamente qué quieren conseguir y cómo hacerlo, no son tontos. Quienes no nos hemos dado cuenta todavía de cómo funcionan las cosas somos nosotros, somos quienes nos equivocamos si creemos que tratan de ayudar a las prostitutas. Como dice la autora de esta carta, ¿cómo van a ayudar a las prostitutas si ni siquiera las escuchan? Pues claro. Desoírlas no sólo no les supone inconveniente alguno, sino que es una ventaja. El programa abolicionista puede ser hipócrita, mas no incoherente.

Así pues, aunque concuerdo con la enfermedad que padecemos discrepo en el diagnostico de la señora Chargois. Si tratamos de convencerles de que se están equivocando, seremos nosotros y no ellos quienes acabarán fracasando. A ver, entiendo que socialmente sí que existe, efectivamente, un profundo y visceral rechazo a la prostitución por parte de determinados colectivos basado en motivaciones morales. Lo que estoy diciendo es que nuestros políticos, que pese a la imagen que dan no son nada estúpidos, se sirven de esos prejuicios y miedos de la gente en su provecho. Las leyes abolicionistas no son fruto de un radicalismo malintencionado, ni de un rechazo ultraconservador, ni tampoco de la buena fe de unas personas piadosas que desean ayudar al prójimo. No pretenden combatir la trata. Los abolicionistas tendrán palabras muy bonitas, pero un corazón perverso. Sus acciones dañan a las prostitutas porque han sido diseñadas desde el principio para perjudicarlas.




Marianne CHARGOIS



En el nombre de la no mercantilización de los cuerpos, Francia se obstina en defender una política abolicionista en materia de prostitución.

Francia pretende querer proteger a lxs trabajadorxs del sexo de la explotación y de la trata de seres humanos, taras de las que serían forzosamente presa desde el momento en que ejercen ese tipo de actividad. Porque en Francia ninguna persona dueña de sus actos aceptaría voluntariamente torturarse y rebajarse «vendiendo su cuerpo».

Y sin embargo, Francia se equivoca.

Trabajadora del sexo y, por tanto, concernida por la cuestión, yo no estoy protegida por las leyes abolicionistas francesas. Por el contrario, estoy discriminada y estigmatizada por estas leyes.

Trabajar con el propio cuerpo no es vender el cuerpo, cualquiera que sea la parte movilizada: es ponerlo en movimiento a fin de realizar una o varias actividades concretas a cambio de una remuneración. Este es el caso en el trabajo del sexo en el que una persona ejerce una prestación con su cuerpo, empleándolo total o parcialmente. Esto se halla igualmente en numerosos oficios tales como los que se refieren al deporte, a la danza, al circo, etc. Sin embargo, estos no son aludidos por las leyes abolicionistas.

Los abolicionistas nos señalan a los clientes como el elemento clave en la existencia de la prostitución  y la que entienden como su derivada: la trata de mujeres. Sin embargo, tanto las prostitutas como sus aliados indican que la existencia de este fenómeno está siendo magnificada por las autoridades y de hecho todas y cada una de las operaciones contra la trata desarrolladas en los últimos años han resultado ser montajes policiales. ¿Qué puede motivar a nuestras autoridades a actuar de semejante modo? En la imagen, la última campaña de sensibilización, de la Junta de Extremadura.



Si hago esta comparación, no es en absoluto de manera fantasiosa y fortuita, sino, por el contrario, con pleno conocimiento de causa.

En efecto, además de mi actividad como trabajadora del sexo, soy también contorsionista. El trabajo corporal exige grandes sacrificios físicos, puede causar grandes dolores y heridas, con la finalidad de exhibirse delante de un público al que nada le importan las torturas vividas por el artista mientras que esté asegurado el espectáculo. Y ya no hablo de acróbatas y otros trapecistas, que arriesgan su vida, y a veces mueren, a menudo se vuelven discapacitados, con la única finalidad de satisfacer el «voyerismo» de personas que se excitan con este peligro potencial.

Lo espectacular se asocia al accidente: cuanto mayor es el riesgo de que ocurra, cuanto más frágil parezca la vida y que no dependa más que de un hilo mientras se realizan proezas técnicas, tanto más extraordinaria será juzgada la actuación. Se paga a personas para que arriesguen su vida y diviertan a las familias. Otras personas pagan para distraerse, satisfacer sus pulsiones mironas, experimentar excitación ante cuerpos esculturales, reír, pasar el tiempo, etc. Las razones son múltiples y a veces malsanas e inconfesables.
Sin embargo, no se plantea la cuestión de penalizar a los clientes, mayores y menores de edad, de estas exhibiciones legales para proteger a lxs artistas de circo en nombre de la no mercantilización del cuerpo. Y esto me parece normal, ya que las personas que se arriesgan a morir, lesionarse gravemente, tener dolores y múltiples molestias cotidianas vendiendo sus proezas corporales lo hacen de manera deliberada y con pleno conocimiento de causa. A pesar de los aspectos negativos evidentes, continúan ejerciendo, por razones diferentes según el caso: por amor al oficio, por tradición familiar, porque no saben hacer otra cosa, por amor, etc. Las razones y caminos de la vida son múltiples e infinitos y la ley no tiene por qué meterse en eso.
Por el contrario, el servicio de búsqueda de empleo reconoce la dificultad y particularidad de estos oficios que usan el cuerpo, lo que obliga a estos profesionales a dejar de ejercer relativamente pronto. Es la razón por la que se ha implementado para lxs circenses y lxs bailarinxs programas de reconversión profesional que les permitan aprender otro oficio, si lo desean, cuando se ven obligados a dejar el mundo del espectáculo.

Trabajadora del sexo y contorsionista, con un conocimiento concreto y práctico de lo que implican estos dos oficios, yo no veo ninguna diferencia de naturaleza entre estas dos actividades. En los dos casos, trabajo con mi cuerpo para responder a las expectativas de un público, único o múltiple. Yendo más lejos, y sin ninguna intención de provocar, subrayaría incluso que me siento mucho más objeto cuando me doblo en cuatro sobre un escenario delante de personas anónimas con las que no tengo ningún intercambio que cuando hago una prestación sexual durante la cual tiene lugar un intercambio respetuoso y personalizado. La única diferencia que podría haber entre estas dos actividades podría ser que en un caso entran en juego los órganos genitales y en el otro no (aunque esto no sea realmente exacto, ya que la mayor parte de las veces debo estar desnuda en el escenario durante los espectáculos, lo que moviliza pues mi aparato genital durante la representación). Pero en este caso, si la diferencia esencial existente entre el trabajo sexual y el trabajo escénico reposa en que se utilice o no las partes sexuales en la prestación realizada, ello quiere decir que la diferencia de trato se basa en argumentos morales.

Ahora bien, la ley francesa no podría pronunciarse sobre lo que es moralmente aceptable o no, ya que esto es totalmente subjetivo, y depende de creencias y concepciones de la vida totalmente individuales.

Parece absurdo condenar un crimen que no tiene ni víctima ni querellante. Sin embargo, esto es lo que busca hacer el proyecto de ley sobre penalización de los clientes. ¿Qué clase de víctima soy cuando soy autónoma, fijo mis tarifas y mi ritmo de trabajo, decido lo que acepto hacer y lo que no, y realizo una prestación sexual a un cliente? ¿De qué delito sería culpable mi cliente cuando no me ha causado ningún daño y yo no tengo ninguna queja contra él?

Y, en contra de lo que claman las asociaciones abolicionistas —que no tienen ninguna legitimidad para expresarse sobre el asunto ya que no escuchan la palabra de las personas implicadas : los trabajadores y las trabajadoras del sexo, y confiscan nuestras voces— yo no soy una lamentable excepción no representativa. Si no veis a las personas como yo, es porque vuestras leyes inicuas nos invisibilizan, y no porque no existamos.

Mientras que las leyes contra el proxenetismo nos causan ya, a nosotrxs, trabajadorxs del sexo, daños considerables y dificultades intolerables en el ejercicio de nuestro trabajo, al impedirnos alquilar lugares para trabajar o asociarnos entre nosotrxs, una ley que penalizara a los clientes sería más que dramática.

En estos momentos, el chivo expiatorio en el fenómeno de la prostitución es el cliente. Todas las miradas se dirigen hacia él ya que ha sido el gran ausente: es posible escuchar a políticos, policías, abogados, académicos, incluso a actores directamente involucrados como prostitutas, trabajadores de burdeles o los dueños. Pero nosotros todavía somos muy desconocidos y por tanto sujetos a una serie de tópicos y leyendas que es necesario disipar.



Mientras que los principios republicanos no dejan de promover la libertad, la igualdad y la fraternidad para todos, las represiones e injusticias que nos afectan continúan gritando que la república odia a los trabajadores y las trabajadoras del sexo. Bajo el argumento hipócrita de querer protegernos, nuestras voces son ahogadas; la libertad de disponer de nuestros cuerpos nos es negada; la igualdad de derechos en materia laboral nos es confiscada; la fraternidad es pisoteada. No pedimos un trato de excepción, de favor, o de régimen particular para las trabajadoras y los trabajadores del sexo, sino simplemente los mismos derechos que para todos los trabajadores y las trabajadoras que ejercen en Francia.

El mismo trato, los mismos derechos y los mismos deberes, los mismos impuestos, la misma protección contra el trabajo forzado. La prostitución forzada no es más que una forma de esclavitud entre otras. Las leyes existentes contra la esclavitud son pues suficientes para defender a las personas víctimas de la prostitución forzada : en este caso no son trabajadores o trabajadoras del sexo, sino esclavxs, y es evidente que hay que ayudar a esas personas. Exactamente igual que hay que ayudar, por ejemplo, a las personas reducidas a la esclavitud doméstica. Y ayudar a estas personas no ha llevado nunca a hacer leyes que prohiban el  servicio doméstico, o a penalizar a las personas y familias que recurran a él.

Si deseáis venir en ayuda de las personas que desean salir del trabajo sexual, aplicad el mismo régimen que para las otras personas que trabajan con su cuerpo: una posibilidad de formación profesional que permita una reconversión en cualquier momento, por la razón que sea. Pero la mayor de las ayudas que necesitamos de vuestra parte es que no penalicéis a nuestros clientes y que retiréis las leyes hipócritas contra el proxenetismo que nos impiden tener una vida decente y trabajar de forma aceptable.

Dejad de hacer excepciones con nosotrxs.

No queremos vuestra protección que nos mata.

Nuestros riesgos no proceden de nuestros clientes, sino de vuestros buenos sentimientos.